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Redacción: Vanessa Ruggiero (Sindicato de trabajadores latinoamericanos en Polonia)Diseño gráco: Gabriel Montoya (Sindicato de trabajadores latinoamericanos en Polonia)Asesoría: Freddy Abadía, Rocío Flores (Sindicato de trabajadores latinoamericanos en Polonia) y Tomasz BauerRevisión de textos: Lillyam González y MCTraducción al polaco: Matylda Pacholarz y Karolina BuczekFoto de portada: Rocío FloresPrimera edición: diciembre de 2024Esta obra fue nanciada gracias a un mini-grant de la Asociación Nomada.Advertencia: los testimonios recogidos en este libro fueron el resultado de una serie de entrevistas –que fuerontranscritas y editadas para su publicación– entre mayo y septiembre de 2024, con inmigrantes provenientes deColombia y México.
ÍndiceMensaje del Sindicato de trabajadores latinoamericanos. 4“Vine con la ilusión de salir adelante”: Franklin. 6Un mal sueño: Y. 12“Por conar en una agencia terminamos deportados”: Geraldine. 17“Quise mejorar mi vida, pero las empresas me hicieron la vida imposible”: D. 22“Para muchos, venir acá es un sueño”: Carolina. 26“Vine aquí a hacer historia, no a llorar”: Ulises. 31La tierra de las multas: V. 35El precio de la vida y el valor para vivirla: David. 37“Yo soy un ser humano, y no soy un animal para que me estén arriando”: Sneyder. 40“Sin polaco y sin inglés, con una maleta y con la bendición de mi madre”: Freddy. 45“No hay que tomar la decisión de migrar a la ligera”: Gabriel. 49
Mensaje del Sindicato de trabajadores latinoamericanos.El Sindicato de Trabajadores Latinoamericanos en Polonia empezó labores en noviembre de2023, ante el gran ujo de latinos que empezó a llegar a Polonia. Desde entonces ha estado en contactocon innumerables trabajadores que llegan a este país con unas pocas maletas y la ilusión de saliradelante, ayudar a su familia al otro lado del océano y tener una mejor calidad de vida. Nuestra mayoraspiración desde el Sindicato es mejorar las condiciones de los trabajadores latinoamericanos en estepaís, que, algunas veces, parecen estar a merced de compañías, reclutadores y/o agencias abusivas.Quienes dan su testimonio en las siguientes páginas que compartimos han pasado por agenciasque contratan empleados en plantas de pollos y embutidos de cerdo en Pomerania; en cultivos delechuga en Baja Silesia; en una panadería en Mazovia; en una empresa de ropa cerca de la frontera conAlemania; en una planta de kebab en Gran Polonia, y en una fábrica de madera en Baja Silesia, entreotros lugares.La PIP, Inspección Nacional del Trabajo polaca PIP reporta que en 2023, realizó 513 controlesen 492 agencias de trabajo temporal.Algunos de quienes comparten su relato con nosotros tuvieron que pagar por acceder a unaoferta laboral –a través de una agencia o tramitador latino– en grandes y pequeñas empresas endiferentes localidades del país.Muchos de ellos llegaron convencidos de que estarían trabajando de manera legal gracias a unpermiso de trabajo por el que pagaron, o que les prometieron –y sin visa, porque les dijeron quepodrían trabajar sin este documento–. La sincera invitación del Sindicato es que quien quiera venir aPolonia a trabajar ahora lo haga con visa de trabajo, en la medida en que así tendrá mayores garantías yprotección en su lugar de trabajo.Varias de las personas que dan su testimonio aquí han trabajado –al menos en algúnmomento– bajo contratos de mandato (umowa zlecenie). Con este tipo de contratos, los empleadospueden verse sujetos a trabajar más de ocho horas (con el contrato de trabajo, umowa o pracę, por otrolado, hay un límite de ocho horas diarias, y cuarenta semanales) sin remuneración por horas extra. Lashoras de trabajo con el umowa zlecenie dependerán de los acuerdos entre empleado y empleador. Estecontrato además no garantiza vacaciones pagas, y las contribuciones a la seguridad social pueden seropcionales. Algunas agencias pueden intentar incluir cláusulas de permanencia o multas para descontarel salario del trabajador. Por eso es tan importante leer con cuidado el contrato a la hora de rmarlo. Deacuerdo al Código de trabajo, si se trabaja al menos 6 horas, se tiene derecho a una pausa de 15minutos. Si se trabaja más de nueve horas, se podrá tener otra pausa de 15 minutos.
El salario mínimo actual en Polonia, desde el 1 de julio de 2024 quedó en 4.300 eslotis paracontratos de trabajo (que son unos 4 millones seiscientos mil pesos colombianos)1. La hora de trabajopara un salario mínimo equivale a 28,10 eslotis bruto desde julio –y a partir del 1 de enero de 2025,quedará en 30,50 eslotis bruto–. Según información de la página de Facebook, Latinos enPolonia-ayuda y apoyo, la hora del salario mínimo para una persona que trabaja con un umowa zlecenie,equivale a “poco más de 22 eslotis” neto2para quienes “pagan una cotización voluntaria porenfermedad y casi 23 eslotis”3para quienes no lo hacen. Es importante tener en cuenta, además, queuna empresa o agencia legal debería pagarle al trabajador su sueldo en su cuenta bancaria, y no enefectivo.Para un colombiano, un salario mínimo en Polonia suena bastante atractivo –especialmenteporque muchos profesionales que llegan aquí se quejan de que en Colombia, ejerciendo su profesión,no ganaban más del salario mínimo colombiano, que es de unos 1.200 eslotis en 2024–. Esto enColombia apenas alcanza para cubrir gastos básicos, por ejemplo, y no permite ahorrar.Vivir en un hospedaje compartido puede llegar a ser un choque cultural para quienes nuncahan vivido esta experiencia antes, en sus países de origen. Las viviendas de los trabajadores extranjerosalgunas veces son modernas –otras no–, sin embargo, resalta el hacinamiento que los migrantes puedenllegar a experimentar allí. Es importante subrayar, asimismo, que muchas agencias prometenalojamiento gratuito, lo que no es del todo cierto: este valor viene a ser descontado del salario, juntocon el transporte.La revista colombiana Semana publicó, en agosto del 2024, en el informe especial “El inernode los colombianos en Polonia”, apartes de los testimonios de algunos de los trabajadores (Geraldine,Carolina, Gabriel, Freddy, Sneyder y David) que ustedes leerán.Es importante resaltar, no obstante, que no todos los migrantes latinos que están en Poloniaactualmente sufren abuso por parte de las agencias, empresas o reclutadores. Este pareciera ser unfenómeno más reciente, sobre todo entre quienes llegan gracias a las ofertas que aparecen en redessociales.Quienes comparten su historia aquí, por suerte, lograron salir de entornos laborales abusivos y,o están de regreso en Colombia o permanecen Europa en trabajos con mejores condiciones.Agradecemos a todos ellos el haber compartido su historia.Esperamos que estos testimonios sirvan para abrir los ojos a una realidad que no nos puededejar indiferentes. No queremos que sus historias se sigan repitiendo. Ojalá nuestras voces seanescuchadas.3Casi 25 mil pesos colombianos2Casi 24 mil pesos colombianos1No supera los 1.000 euros. Un euro equivale a 4,3 eslotis.
“Vine con la ilusión de salir adelante”: Franklin.Yo estaba pensando en viajar a Estados Unidos,pero me daban miedo los coyotes y las maas, y comotenía un primo en Polonia, me pareció más seguro veniraquí.Él me dio el contacto de un supuesto reclutadorllamado Juan R. Hablé con él, y me dijo que me cobraríaun millón de pesos por asegurarme un puesto de trabajo;y 4 millones 800 (4.800 eslotis) por los vuelos y el hotel.Me pareció poco dinero y como tenía la plata, le paguélos 5 millones 800 (5.800 eslotis).Sin embargo, empecé a tener dudas sobre algunosdocumentos como el seguro médico, que no estaba a minombre. Le expresé mi preocupación a Juan R. y élaseguró que no habría problema, que yo aparecía comobeneciario.Llegó el día del viaje, nos conocimos en el aeropuerto con otros dos chicos con quienesformamos una amistad, y cuando llegamos acá a Polonia, el 7 de marzo de 2023, el choque cultural y deidioma fue tenaz4.Decidimos ir a una tienda para conseguir una SIM card y poder conectarnos a internet. Uno delos compañeros medio sabía hablar inglés –no hablaba mucho pero se defendía–, y le compramos unaSIM card a una chica que empezó a cantar “Despacito…”, cuando se enteró de que hablábamosespañol.Llamé al supuesto reclutador y no me contestó. Llamé a mi primo y tampoco. Y comoteníamos miedo de que Migración nos devolviera por quedarnos en el aeropuerto, decidimos salir abuscar un hotel.Fuimos a la zona de taxis. Intentamos parar uno. Entonces no entendíamos que aquí hay quehacer una la y decirle a un taquillero que lo pida. Finalmente nos subimos a uno y por traductor lepedimos al conductor que nos llevara a un hotel económico. Él hizo caras, como diciendo, ¿estos dedónde salieron? Igual, empezó a buscar un hotel con el celular. Yo estaba en el puesto de adelante y veía4Situación difícil o muy complicada.
precios por 700, 800, 600, sin conocer el valor de la moneda porque todavía no sabía cómo se manejabael cambio.El taxista nos llevó a un hotel bueno, de 500 eslotis por la habitación con el desayuno incluido.Eso fue lo mejor que pudo haber pasado porque la comida del avión había sido poquita y no tanbuena.Al otro día cuando amaneció empezamos a llamar a mi primo. Le comenté que Juan R. no meestaba contestando y que, aunque Juan R. había prometido el alojamiento, nos habíamos visto en lanecesidad de pagar hotel. Dijo que lo iba a llamar y luego nos contó que a él tampoco le contestaba –sinembargo, más tarde me enteraría de que ellos vivían juntos–.“Déjenme a ver qué les puedo solucionar”, dijo mi primo. Mientras esperábamos su llamada,nos duchamos, fuimos a comer el desayuno, que era tipo buet, y aproveché a empacar manzanas,peras, y un jugo para el camino. Estábamos terminando de desayunar cuando mi primo nos llamó paradecirnos, “muchachos, hablé con mi jefe, él los recibe en la empresa, entonces cojan un tren, les voy adar la ubicación para que vengan hasta acá”.No sabíamos cómo llegar hasta ese lugar o a quién preguntar. Encargamos al compañero quehablaba inglés de averiguar, pero él dijo, “yo he tratado de hablar y no me entienden”. De alguna formalogramos comunicarnos con unos señores y buscamos un restaurante para llevar comida para las 8horas de viaje de Varsovia a Szczecin. Luego encontramos a unas chicas y ellas nos indicaron quétransporte debíamos coger para la estación de trenes y dónde nos teníamos que bajar.Esa vez no pagamos el pasaje del bus porque pensábamos que era gratis. Veíamos que todo elmundo se subía y nadie pagaba, y pensábamos, “súper bueno este país, no hay que pagar por eltransporte público”.Yo llevaba un jugo y también una botella de agua y de tanto tomar líquido me dieron ganas deorinar en el tren. Estando en el vagón, uno de esos para seis personas, me asomé fuera y no vi baño. Enalgunos cubículos no había gente, y al otro lado había un viejito que parecía mirarme feo. Yo ya nopodía aguantar más, estaba que me orinaba, y le dije a uno de mis compañeros que se tomara toda elagua de la botella que llevaba porque iba a orinar ahí. Revisamos que no hubiera cámaras, me excusécon ellos, me tapé con una chaqueta que llevaba y oriné ahí, aliviado. Luego, sin saber qué hacer con esabotella, la eché en la basura, pero antes tuvimos que sacar algunos papeles de ahí para que la botellacupiera y nadie se diera cuenta. Al rato pasó un chico revisando los tiquetes, le preguntamos por elbaño y nos indicó dónde estaba. Fui y me pareció muy distinto a lo que uno está acostumbrado a ver enColombia, donde los baños públicos son horribles.Llegamos a nuestro destino hacia las 10:30 de la noche, a una estación de tren vacía. EnColombia a mí me hubiera dado miedo llegar a ese lugar a esa hora. Subimos un puente y al bajar loprimero que nos encontramos fue unos jabalíes con unos colmillos grandes. En mi pueblo, en Tame
(Arauca), no existen los jabalíes sino los chácharos5y esos lo atacan a uno. Aunque no sabíamos quéhacer, decidimos llamar a mi primo, porque no estábamos seguros de estar en el lugar correcto y la señaltelefónica en el camino había estado mala. Finalmente nos respondió y nos dijo que vendría arecogernos con el jefe –quien terminó espantando a los animales–.Nos recogieron, nos llevaron a comer kebab, y supimos en qué consistiría el trabajo.Tendríamos la vivienda ja por trabajar en una planta de pollos. Nos metieron a nosotros tres en unahabitación con otros dos ucranianos, un señor de edad y un joven que no trabajaba, hijo de laencargada que venía huyendo de la guerra. Él nos dijo que al otro día nos llevaría a hacer mercado ycomprar ollas; cada persona en esa casa tenía lo suyo y estaba en una actitud de “esto es mío y no me locoja”.Al día siguiente fuimos a mercar, y seguimos creyendo que no era necesario pagar por el pasajede bus.Duramos unos ocho días descansando y cuando entramos a trabajar estábamos ansiosos y a laexpectativa. Sin embargo, el trabajo era súper fuerte y al tercer día de estar trabajando, me lesioné unamano.En mi puesto había una banda moviéndose y yotenía que arrancar rápidamente las pechugas del hueso. Yosoy técnico de refrigeración, y no estaba acostumbrado ahacer tanta fuerza en el movimiento. Ese día me abrí lamano, dejé el trabajo botado y fui a pedirle cambio de áreaal jefe. Su respuesta por traductor fue, “¡coño, putocolombiano, ve al gran puto trabajo, o se acaba el trabajopara ti!”. Yo lo miré y me provocó escupirle en la cara de laira, porque no quería ponerme, estando enfermo, en otropuesto. Entonces decidí seguirle la corriente. Haría mitrabajo pero solo con una mano, y como resultado, la mitadde la pechuga terminaba desperdiciada. Eso le llamó laatención a él y nalmente me puso en el área decongelación.Ahí tenía que trabajar con bloques de carne congelada, menudencias, pechugas, y era mássuave, porque primero tenía que llenar las máquinas y luego esperar –ese tiempo lo podía coger para laprzerwa6– a que se congelaran las carnes. Pero al ver que ya tenía mucho tiempo libre, el jefe terminó6La pausa5Zaínos
por mandarme a clavar pollos, a meter pollos en un tubo, y eso era rapidísimo, un pollo por segundo.Los georgianos, que eran macancanes7, eran mucho más ágiles.Mis dos compañeros estaban aburridos y a mí la espalda me estaba matando en ese empleo tanpesado, de modo que tomamos la decisión de buscar otro trabajo. Duramos un mes y unos días en esaempresa. Ahí gané 4.200 eslotis, un poco más de lo que hacía en Colombia –tres millones cuando meiba mal–, trabajando casi 12 horas, de lunes a sábado, algunos sábados sí y otros no. Ese primer sueldoen Polonia me lo pagaron en efectivo y no incluía la media hora de przerwa; incluso intentaron robarseel pago de un sábado y un domingo, pero yo no estaba dispuesto a dejarme engañar. Finalmente mepagaron por esos días.Recuerdo que en ese entonces yo aceptaba trabajar también los domingos porque había venidocon la mentalidad de hacer plata y no quedarme en la casa. Hoy ya no pienso así –nosotros trabajamosdura y fuertemente toda la semana, y tenemos derecho a un día libre–.Antes de salir de ese trabajo en la planta de pollos, llamé a Juan R. de nuevo, y por n contestó.Le pedí que nos devolviera un millón de pesos por persona, ya que su oferta era una completa estafa. Yla respuesta de él fue, “suerte pueblerino, HP, perdió por loca, suerte perdedor”.Me dio mucha ira la forma en que me respondió. Contacté a su mamá, porque el millón depesos se lo había consignado a ella, y aunque se excusó, tampoco quiso responder por el dinero. Volví acontactar a Juan R. y lo amenacé con boletearlo8por redes sociales. Él me amenazó. Yo le insistí,“devuélvame mi plata, no le estoy pidiendo nada más. Usted no cumplió ni con trabajo ni con vivienda,devuélvame mi dinero. Es muy sencillo, no le veo problema”. Él no cedió. Entonces empecé adenunciarlo por redes sociales desde diferentes perles, para que la gente no conara en él.Me puse a averiguar sobre los documentos que él me había enviado, carta de la policía, carta dela embajada, contrato de trabajo, y todo eso era chimbo9, tenía hasta errores de ortografía. Parece que élcogió un documento, lo escaneó, editó, cambió nombres y fechas y ya.Sello trucado en supuesta carta de invitación de la embajada de Polonia en México. Archivo particular.9Adulterado.8Exponerlo, delatarlo.7Altos y robustos
A raíz de mis publicaciones en redes, Juan R. llamó a amenazarme, pidiéndome que eliminaratodo lo que había publicado, porque si no lo hacía, era capaz de venir hasta donde yo estaba y “formarun mierdero”10. Pero yo sé que gracias a mis comentarios en redes, salvé a mucha gente de venir con él.Algunas de esas personas incluso querían pagarme y yo les dije, “no, aquí no hay que pagar por nada,aquí todo es gratis, aquí no hay que pagar por el permiso de trabajo, ni por contrato de trabajo, eso esun invento que sacó el tipo”. Hay mucha gente aquí que vive de eso, lo que me parece bastantedeshonesto. Yo no soy capaz de cobrarle a la gente por algo que no tiene costo.Hoy en día todavía le tengo odio a Juan R. Aparte de ladrón, resultó bufón. Listo, señor: merobó; no me conteste, déjenme visto, pero no me insulte, ni me trate como me trató, ni me amenacecon que me va a dar plomo y cuchillo, eso no se hace.Nos trasteamos a los alrededores de Legnica y continué denunciando a Juan R. por redes. Élretomó sus amenazas. Yo no me acobardé. Para defenderse, mis dos compañeros, a los que tambiénhabía amenazado, salían a la calle con cuchillos pequeños que habían comprado. Yo había conseguidouno grande para cocina, porque me gusta trabajar la carne, sin embargo, ni se me ocurría sacarlo.Cargar con un cuchillo es un riesgo: si me viera atacado tendría que utilizarlo, y yo no quiero dañarmela vida ni dañársela a mi hijo. Vine acá por él.*Para salir de la planta de pollos, buscamos mejores oportunidades en el campo o enconstrucción, porque en Colombia los trabajos en esa última rama son bien pagos. Pero por el inviernoeran reducidas las ofertas en lo segundo. Conseguimos una vacante de dulces en Poznań, y larechazamos porque pensábamos que nos pagarían mejor en el campo.La nueva oferta, recolectando lechugas en Baja Silesia, la encontramos por Facebook; nosconvenció un prometedor salario de veinte punto algo eslotis la hora –en donde estábamos antes era de16–. No contábamos con que la recolección de lechugas era a 21 eslotis bruto. Cuando fuimos a rmarel contrato con la agencia, nos dimos cuenta de la triste realidad: el pago sería de 16 eslotis netos, conun descuento de 450 por el arriendo, trabajando 14, 15 ó 16 horas diarias.En el cultivo de lechugas yo era el encargado del área de riego de la espinaca y la lechuga con untractor. En principio, ese trabajo no era muy bueno y no nos trataban muy bien; había un tipo quedecía odiar a los colombianos.10Armar una pelea
En ese empleo estuve tres meses sin sueldo porque estuve incapacitado. Me partí la mano con lamáquina del tractor –que enrollaba una manguera que me prensó la mano y me hizo dar dos vueltas–.A veces manejaba esa máquina solo; gracias a Dios el día del accidente estaba con un compañero. Yo ledecía, “no sé si reír o llorar pero me duele, me duele, me duele”, duré unos cinco minutos ahí sentado,reía pero también lloraba, y aunque no quería llorar, se me salían las lágrimas. Le conté a mi jefe lo quehabía pasado, y le mostré cómo tenía la chaqueta y cómo me había quedado el guante.Una chica me llevó al hospital y me dijo, vas a estar un mes incapacitado, tal vez más, y a mí seme vinieron las lágrimas otra vez. Ella me preguntó, ¿por qué lloras? Yo le dije, “es que Polonia no meha tratado bien, no sé que he hecho mal y ahorita no voy a tener dinero”. Ella me calmó diciendo, “note preocupes, a ti te van a pagar por tu incapacidad al ochenta por ciento”. Entonces me puse contentoy pensé, “bueno, que me den los meses que quieran. ¡Con tal de no trabajar!”.Duré dos meses y medio incapacitado, y aspiraba a que la agencia me pagara la incapacidad.Nunca lo hicieron, ¡nunca! Aunque llamé a mi primo y le pedí prestada plata, no quiso ayudarme –ytenía cómo hacerlo–. Un costeño al que yo previamente había socorrido –lo había visto comiendo solohuevos cocinados con papa porque no le alcanzaba para comprar más mercado–, me tendió una mano,y gracias a él pude sostenerme mientras estuve sin recibir dinero.¡Incluso la agencia me quería sacar de la casa por no estar trabajando! Afortunadamente hablécon los de la empresa y ellos me dijeron que podía quedarme, ya que eran ellos los que pagaban elarriendo. En esa época estuve sintiéndome desesperado y recordé cómo todo el mundo me dijo quepara qué me ponía a venir por acá teniendo una buena vida en Colombia. Pero yo venía con la ilusiónde poder surgir, y no quería devolverme. No quería que mi familia me dijera, “le quedó grande elextranjero”; ni que dijeran, “fracasó en el intento”.Aunque muchas veces pensé en devolverme, porque esos trabajos no son a los que uno estáacostumbrado y a uno le da duro, ahora estoy a gusto.Septiembre de 2024
Un mal sueño: Y.Antes de venir a Polonia, mi esposo y yo estábamos viviendo en Cúcuta, en Norte deSantander. Yo trabajaba para una empresa de telefonía, y mi esposo manejaba un camión muy grande yambos ganábamos un buen sueldo.A nosotros nos contactó una agencia colombiana que decía ofrecer trabajo en Polonia sin visa,viajando solo con el pasaporte y un permiso de trabajo. Nos dijeron que trabajaríamos ocho horasdiarias durante cinco días a la semana, con un pago de 17 eslotis la hora, con la vivienda y el transporteincluidos.La agencia nos dijo que a nosotros supuestamente nos habían referenciado por Facebookpersonas que ya estaban en Polonia. Sin embargo, nunca nos dijeron quiénes habían sido.Nos ofrecieron una vacante en una empresa de colchones. De acuerdo a la agencia, llegaríamosa Varsovia, luego iríamos a otra ciudad, y de ahí nos llevarían a hacer una prueba para el trabajo. Portodo esto nos cobraban una asesoría de dos millones y medio por persona, donde estaba incluido elpermiso de trabajo y el contrato.Nosotros mandamos a un familiar, mi cuñado en Bogotá, a que conociera la sede de la agencia.De hecho, a él también le llamó la atención la posibilidad de trabajar en Polonia y se animó a viajar.Nosotros le consignamos el dinero a mi cuñado desde Cúcuta y él entregó el pago de él, el de mi esposoy el mío en persona. Luego nos indicaron que más o menos en un mes, o mes y medio, tendríamos queestar listos para viajar a Polonia.Transcurrió ese tiempo y la agencia no se contactaba con nosotros. Mi cuñado volvió a ir a laocina y presionó para que le regresaran el dinero de él. Aunque a él le devolvieron la plata, a nosotrosno. Nos dijeron que teníamos que esperar, porque la empresa había bajado la producción y no teníavacantes en ese momento. Sí había trabajo en empresas de pollos y carnes, nos informaron, pero antesde pagar nosotros habíamos sido muy claros en que yo no estaba dispuesta a trabajar en cuartos fríos,porque yo tenía un problema con mis pulmones y estaba con neumonía.Tuve varias discusiones con la persona de la agencia, diciéndole que lo iba a denunciar y que meregresara el dinero porque yo no podía trabajar en cárnicos. Al nal cedieron, y nos indicaron quedebíamos esperar dos o tres meses hasta que salieran vacantes para una tienda de moda.Nos hacían reuniones virtuales a más de 30 ó 40 colombianos de diferentes ciudades deColombia, en las que mucha gente se quejaba de la espera y del dinero que ya se había entregado. Alnal se comunicaron con nosotros para noticarnos que el permiso de trabajo de mi esposo habíasalido, y que debíamos comprar los vuelos. Nos enviaron el permiso de trabajo por correo, lo revisamosy compramos los tiquetes de avión con otra agencia.
Tuvimos un mes para alistarnos, vender nuestras cosas, arreglar algunos asuntos en el trabajo yrenunciar. Sin embargo, faltando ocho días para el viaje, yo aún no había recibido mi permiso detrabajo: nunca llegó. Decidimos viajar de todos modos, porque los tiquetes de ida y vuelta nos habíansalido por casi 15 millones de pesos (15 mil eslotis).Llegamos a Polonia después de un viaje de tres días que había empezado en Cúcuta, y habíacontinuado por Bogotá, Ciudad de Panamá, Estambul y Varsovia. Nos conectamos a un wi yempezamos a llamar y escribir a la agencia. Inicialmente no respondieron y, luego de mucho insistir,nos dijeron que hasta ahí nos acompañaban en el proceso, y que en adelante estaríamos a cargo dequienes nos recogieran. Apareció una persona en un carro, con quien nos comunicábamos portraductor, y nos llevó a una casa en un pueblo, donde nos dejó “tirados”11.La vivienda estaba abandonada, sucia, muy deteriorada, y no había nadie. No sabíamos quéhacer, qué comprar, cómo era el idioma, la moneda. Estábamos desesperados. Les escribíamos a estaspersonas de Colombia por Whatsapp y se limitaron a decir que una tal Renata iba a ir a darnos toda lainformación. Por suerte encontramos unos colombianos que vivían en ese pueblo y tenían un añotrabajando en una agencia de autopartes de carros. Ellos nos enseñaron a comprar en los mercados ynos decían, “bienvenidos a la realidad, aquí nada de lo que les prometieron les van a cumplir, esaempresa la conocemos y no tiene vacantes”.A las tres semanas, empezamos a decirle a los de la agencia que los íbamos a denunciar enColombia, porque a nosotros nos habían sacado con engaños, nos habían tirado en una casa, yestábamos sin dinero ni trabajo para comer –no teníamos sucientes ingresos, ya que supuestamenteíbamos a empezar a trabajar inmediatamente–.Cuando Renata apareció, a las dos o tres semanas, nos dijo que al día siguiente debíamos tenerlas maletas listas porque nos llevarían a la casa de la empresa donde íbamos a trabajar. En efecto, lasiguiente noche, como a las 10 u 11, nos recogieron en unas furgonetas blancas donde había otroscolombianos, y ahí pudimos intercambiar experiencias con ellos. Muchos dijeron que esa oferta detrabajo era un fraude, una estafa, y que revisáramos si nuestro permiso de trabajo era válido. Una parejade Cúcuta nos contó que habían tenido que dormir seis meses en contenedores sin que nadie pudieracontratarlos, porque su permiso de trabajo había resultado falso.Llegamos a un pueblo en la mitad de la nada, a una casa abandonada. Durante otras dossemanas convivimos con ocho colombianos ahí. La tienda más cercana estaba a más de una hora a pie,porque en pueblos olvidados como ese no había bus, no había tren, ni había nada.Al cabo de la sexta semana, y después de seguir presionando, llegó otra persona que se llamabaMiguel y hablaba español. Él terminó llevándonos a otro alojamiento, relativamente cerca de Alemania.Nos dijeron que esa era la casa denitiva para el trabajo. Sin embargo, debíamos esperar a que las11Expresión coloquial para decir, más o menos, “nos abandonaron”
personas de la empresa vinieran por nosotros a hacernos una prueba; y si no la pasábamos, nopodríamos empezar a trabajar y nos quedaríamos sin empleo.Conversando con las ucranianas que vivían ahí, llegamos a enterarnos de que al parecer esa casano era de la agencia, sino que era un refugio del Estado para los ucranianos; entonces, suponemos,metían ahí a los colombianos y cobraban el arriendo.Ahí conocimos a unos 15 colombianos que provenían de diferentes agencias y que nosempezaron a contar historias muy tristes. Ellos decían que no les habían cumplido con nada de lo queles habían prometido en Colombia. No les daban horas de trabajo, o si les daban, solo eran tres ocuatro, y debido a eso, escasamente tenían para comer. Adicionalmente, las agencias les hacían unmontón de descuentos: el permiso de trabajo que habían cobrado en Colombia volvían a cobrarlo enPolonia; les descontaban también el arriendo y el transporte de su sueldo, y por eso no tenían cómoahorrar para poder regresar a Colombia.Yo pertenezco a una iglesia cristiana, y buscando en redes sociales y preguntando entre nuestrospastores, logramos contactar a una mujer que también había pasado por lo que nosotros y hasta algopeor con la misma agencia. A ella la habían dejado botada12en la estación de trenes porque habíaviajado con su hijo pequeño, y le dijeron que “no, que con niño no recibían”. Ella quedó prácticamenteen la calle y una iglesia en Polonia la ayudó. Le comentamos nuestra situación y ella, queriendoayudarnos, propuso que nos encontráramos en la iglesia, aprovechando que estábamos cerca.Allí nos dieron ropa, comida y chaquetas, no solo a mi esposo y a mí, sino también a todo elgrupo de colombianos. Esta mujer ya llevaba un año en Polonia, nos dijo que esa oferta de trabajo a laque nos habíamos postulado era un fraude, nos recomendó buscar un mejor empleo y nos pasó elcontacto de una fundación.En nuestra búsqueda de trabajo, contactamos a unas mexicanas que nos ofrecieron trabajar enuna empresa de lechugas. Pero para salir de donde estábamos, prácticamente nos tocó volarnos13. Undía nos mandaron al conductor, un ucraniano, a vigilarnos: nos perseguía de calle en calle en unafurgoneta, quizá porque muchos no habían ido a trabajar ese día aunque les correspondía. Paracompletar, un colombiano que se había quedado en la casa vio cómo personas de la agencia habían idoa abrir las habitaciones –tenían las llaves–, buscando nuestros pasaportes. Cuando llegamos a la casa, lashabitaciones estaban abiertas y revolcadas.Nosotros nos enfrentamos a la persona de la agencia y le preguntamos a ella que si es quenosotros éramos unos prófugos o unos delincuentes para que nos tratara así, o para que quisieraretener nuestros pasaportes. Ella nos recordó que teníamos un contrato con la empresa. Nosotros13Escaparnos12Tiene el mismo signicado de dejar tirado
replicamos, “sí, pero nosotros no somos esclavos de nadie” y la amenazamos con ir a poner el denuncio.Finalmente le dijimos que decidíamos irnos porque ese trabajo y tan pocas horas no nos servían14.El Cristo Rey más grande de Polonia estaba muy cerca de donde vivían. Foto: VRuggieroAl otro día madrugamos, compramos tiquetes de tren y nos fuimos. Llegamos a otra ciudad,cuyo nombre no recuerdo, donde íbamos a estar recogiendo lechugas. La agencia se veía muy legal,pero en todos los trabajos de Polonia que yo conocí había mucha explotación de colombianos.Antes de empezar a trabajar tuvimos que esperar de nuevo en una casa, esta vez una semana,hasta que saliera el permiso de trabajo. Sin embargo, ocurrió un incidente que nos hizo salir corriendode esa ciudad y del que no nos atrevemos a hablar.En vista de eso, contactamos de nuevo a las mexicanas, ellas lamentaron mucho lo ocurrido ynos hablaron de otra vacante en una panadería en Mazovia, donde nos podrían recibir. Ellas siempreestuvieron dispuestas a ayudarnos y decían que les daba mucha tristeza lo que le hacían a loscolombianos en Polonia, porque nos explotaban y veían como burros de carga.El colombiano que nos recibió nos explicó que él ya tenía 2 años ahí, que ganaríamos unos4.000 eslotis en turnos de 12 horas –de 6 de la mañana a 6 de la tarde, y seis de la tarde a 6 de lamañana–, una semana de día y una semana de noche. Como estábamos desesperados, no teníamosdinero y necesitábamos ahorrar, decidimos aceptar la oferta.14La empresa respondió lo siguiente respecto a las armaciones de Y.: “Ser un buen empleador es de gran importancia paranosotros. Ofrecemos una remuneración justa y competitiva y garantizamos un buen ambiente de trabajo para todos losempleados (…). Todas las empresas de trabajo temporal están obligadas a cumplir nuestras estrictas normas de cumplimientoy se someten a auditorías semestrales para garantizar que estas normas se mantienen. El último informe no muestraproblemas relacionados con la reducción de la jornada laboral”.
La casa a la que llegamos, en un pueblo, era muy bonita, pero terminamos viviendoprácticamente en hacinamiento. Éramos unas 33 personas en esa vivienda. En una habitación podíahaber hasta seis parejas, y la convivencia era desastrosa porque había muy pocos baños y la cocina no eratan grande.Todo en la agencia parecía legal, y nos pagaron por todo el tiempo que trabajamos, pero dentrode la panadería el trato era deprimente y denigrante.A las mujeres nos sacaban de los puestos y nos ponían a limpiar las ollas donde se amasaba laharina del pan, y una supervisora polaca nos decía que debíamos fregar el piso –aunque no éramos delimpieza, sino de producción–. Una colombiana que iba conmigo en una noche de turno se machacóun dedo y se incapacitó dos días, y la empresa no la remuneró; de hecho, ella tuvo que pagar elparqueadero de la persona que la llevó al hospital.Aunque yo venía con problemas de los pulmones, me llevaron a cuartos fríos y me pusieron amanejar una máquina allá. Las supervisoras nos humillaban y a los colombianos nos metían las horasextras que los demás no querían hacer; eran 12, 13 horas, o hasta que termináramos. Me sentí viviendouna pesadilla.Muchos empezaron a decir, “me voy para España, me voy para otro país, aquí no me quedo,voy a renunciar”. Estando ahí, algunos colombianos fueron y reviraron por el mal trato de lassupervisoras, y yo también le comenté a uno de los trabajadores sobre el abuso. Por haber hablado, dosdías después, cuando llegábamos de un turno de noche, tocaron a la puerta de nuestra habitación y nosdijeron, “tienen 30 minutos para recoger sus cosas y salir de acá, porque la gente de la empresa les acabade cancelar el contrato, ¿dónde los dejamos, en el parque, en la estación de tren, o a dónde quieren quelos llevemos?”.Volvimos a la casa de paso de la agencia. No obstante, hasta que no nos pagaron no pudimossalir de allí con mi esposo.Gracias a Dios llegamos a otro país de Europa a olvidar toda esa pesadilla que pasamos. Es muytriste estar en un país extranjero, sintiendo que no eres nadie y a merced de que te saquen a la calle, sintrabajo, sin comida y sin ropa.Septiembre de 2024.
“Por conar en una agencia terminamos deportados”:Geraldine.Inicialmente, radicarme en Polonia no estaba entre mis planes. Con mi pareja queríamosvacacionar en Madrid y una amiga que teníamos nos dijo: “hay una muy buena oportunidad enPolonia. Si ustedes se animan hay trabajo, hay un contrato, pueden trabajar de lunes a viernes en unaempresa, ganar 3-4 veces lo que ganan en Colombia, pero van a viajar los nes de semana por todaEuropa”.Empezamos a averiguar cómo era el proceso de documentación para estar de manera legal enPolonia y decía que tardaba 7 u 8 meses. Viajamos en mayo, duramos en Madrid aproximadamente 10días, fuimos a París, que era el objetivo de las vacaciones, y nos movilizamos en un bus a Polonia,primero a Wrocław, y de ahí a una agencia en Mazovia.Cuando nos dijeron, “hay que trabajar doce horas”, nosotros pensamos, eso hace parte demigrar. Aquí ya no eres nadie; vienes limpio, vienes dispuesto a aprender y a adquirir todo de cero.Empezamos a trabajar muy duro en una panadería en Mazovia. Al comienzo fueron dossemanas en que estábamos de pie todo el tiempo. Una panadería en Colombia es un lugar a donde vas yte sientas a tomar café, pan, un caldo de costilla, un tamal. Esta panadería, en cambio, era industrial,había hornos gigantes y muchísima producción. Yo intentaba aprender con lo que veía, pero miscompañeras gritaban y usaban todas las groserías que aquí pueden existir, les pegaban a las máquinas, yme levantaron la mano para golpearme el primer día.Trabajabas sí o sí 12 horas y sábados también. Prácticamente regalabas tu vida. Si queríastrabajar en esa empresa no tenías la opción de decir que querías laborar solo ocho horas ganandomenos. El break era solamente de 15 minutos en la mañana y 15 minutos en la tarde, y si te pasabas, tetrataban mal; realmente, todo el tiempo te decían groserías. Y como trabajábamos con presos ya tepodrás imaginar cómo era el ambiente (tú conocías al preso el primer mes, aquito, desnutridito, y a lostres meses, ¡qué barriga!, porque allá uno podía comer lo que quisiera a escondidas).El descanso era un sábado en la tarde y el domingo arrancabas a trabajar, entonces no tenías undía exacto para descansar. Haciendo cuentas dijimos, esto no está mal, si lo hacemos por un año vamosa poder ahorrar –que es el sueño que todo el mundo tiene cuando migra–.Trabajando allá me accidenté al chocarme con un carro de pan que un nuevo compañero veníatransportando, y terminé con un dedo fracturado. Me llevaron al hospital y allá mandaron al abogadode la agencia a acompañarme. Si yo iba al baño, él tenía que ir conmigo; entré a la consulta médica y él
ingresó conmigo, de hecho, él fue el que habló todo por mí; me dijo que para evitar preguntas yproblemas, diríamos que yo era una vieja amiga suya de vacaciones allí con él.Radiografía de la mano despuésdel accidente. Foto: Geraldine*Al principio la agencia nos informó que teníamos que entregar los pasaportes. Para nosotros noera claro por qué. Nos decían que para la karta pobytu tenían que hacer una solicitud al voivodato conuna carta amarilla que nos iba a llegar a los 90 días de haber estado acá. Y esto realmente fue un engañopara nosotros, porque pensábamos que la carta amarilla era un papel importantísimo. Después de untiempo me enteré de que es solamente un papel que signica que tú haces el envío de algo por correopostal. Y pensar que nos cobraban 700 eslotis por eso.La gente dice que uno debe estar pendiente de sus papeles, y sí, uno está atento, pero créemeque cuando tú trabajas doce horas, de 6 de la mañana a 6 de la tarde, y la otra semana de 6 de la tarde a 6de la mañana, y haces cambio horario todo el tiempo, tu mente está enfocada en otras cosas. Dejamosde lado el tema de los documentos porque dijimos, “estamos en una buena agencia, tenemos a unapersona de conanza –nuestra amiga–, y a ella le ha ido bien”.Faltando 5 días para los 90 días, nosotros le exigimos a la agencia nuestros pasaportes.Empezamos a averiguar con un bufete de abogados privado, y sacamos –de las doce horas de trabajo, yde nuestras tres horas para dormir– una hora diaria en esa semana para poder leer ese contrato que
estaba en polaco. Descubrimos que la agencia nos había hecho un contrato como socios, y no comotrabajadores, para evadir impuestos.Cuando nos enteramos de eso, empezamos a investigar cómo volvernos documentados, yencontramos una agencia. Ellos nos pidieron 5.000 eslotis a cada uno por un contrato, permiso detrabajo, y carta amarilla. Y como estábamos trabajando, nos tocaba escaparnos al baño en los 15minutos de break de la mañana o de la tarde, para enviar documentos y soportes del dinero. La abogadadel bufete nos dijo, ‘es viernes, hoy tenemos sí o sí que enviar estos papeles, ¿ya me hicieron laconsignación?’ Le enviamos soporte como a las diez de la mañana y ella nos dijo a las tres de la tarde‘perfecto, ya quedó todo enviado’. Y pensamos que el asunto había quedado resuelto.A nales de noviembre, un sábado a punto de empezar el invierno, no teníamos ropa adecuada,y fuimos a hacer compras a la ciudad más cercana, a Radom. Estábamos en la estación de tren con mipareja y otros dos compañeros, se nos acercaron unos guardias de frontera, y nos preguntaron en inglésque de dónde éramos. El único que entendía era mi esposo, y él empezó a decirles, “somoscolombianos”. Nos pidieron pasaportes, y de inmediato se los pasamos con la carta amarilla, conadosde que todo estaba bien.Cartas amarillas (comprobante postal). Foto: GeraldineDuraron como una hora con nosotros ahí, pasaban el pasaporte por una máquina que ellostienen amarrada a su correa, lo pasaban y lo pasaban y revisaban y no decían nada. Unas dos horasdespués nos dijeron en inglés, “tienen que acompañarnos esposados en un carro de la Policía a lasocinas de la guardia de frontera”. En Colombia jamás nos habían arrestado, entonces fue unaexperiencia aterradora.Nos llevaron a ese lugar y nos trataron súper bien, a mi esposo le preguntaron, ¿quierescigarrillo, quieres café, quieres un pastel? Luego a la hora del almuerzo nos trajeron pizza con gaseosa.Nos empezaron a llamar uno por uno, y nos hicieron fotografías por delante y por detrás, y un
interrogatorio, preguntando: ¿de dónde eres? ¿de dónde vienes? ¿quiénes son tus padres? ¿cómollegaste? ¿dónde trabajas?Hacia las 2 de la tarde nos dijeron, “la solicitud de residencia ustedes la tenían que enviar elviernes en tal fecha y la abogada la envió el lunes”. El guardia llamó a la abogada, llamó a un lado, llamóal otro, yo llamé a la agencia de trabajo, les dije, “mira, estamos en un problema muy grande,ayúdanos”, y ellos me dijeron en las medio palabras que yo entendía en polaco, “no cuentes nada sobrenosotros si quieres recibir tu sueldo”.Billetes polacos. Foto: Geraldine.Cuando nos dijeron que nos iban a dejar sin dinero, que es por la razón por la que tú vienes acá,uno dice o me callo o hablo, ¿y a mí me van a creer? Nosotros nos miramos y dijimos, pues vamos ahablar. Empezamos a dar direcciones, teléfonos, nombres, y descubrimos que las personas que noscontrataron no eran polacas sino ucranianas.En el cambio de jornada de las nueve de la noche, salieron estos guardias y llegaron unosnuevos. ¿Y qué hizo el guardia nuevo? Sellos negros en el pasaporte (esto quería decir que habíanemitido una decisión por la que teníamos la obligación de regresar). Nos tomó una última foto, yclaramente nosotros ya nos derrumbamos por completo.Decidimos apelar la decisión de la Guardia fronteriza –es posible hacerlo–, y como a los 15 díasen la panadería, nos dijeron “qué pena, pero ya no pueden trabajar con nosotros”. Algunos jefesexplicaban que no había producción –algo imposible de creer para diciembre–. Pero la supervisora nos
dijo por debajo de cuerda que teníamos que irnos porque si en algún momento llegaba la policía, nopodían tener ahí gente sin papeles.Hicimos 21 solicitudes a empresas legales y no tan legales. Tocamos puertas y fuimos a muchoslugares a que nos dieran algún trabajo –incluso para ocupar los peores puestos para nosotros comolatinos, en empresas de pollo, carne, cerdo o embutidos–.Y lo que habíamos ahorrado, consúmalo, gástelo, porque ya van 3 meses sin trabajo. En Poloniaganas bien, pero también se gasta. Y las empresas ilegales te contratan si tienes 90 días como turista;luego, cuando tú ya consumiste tus 90 días te quedas para siempre encerrado en este lugar trabajandocomo esclavo.Los primeros seis meses, Polonia era un país del que decíamos, “no, nadie venga acá, esto es lopeor, te van a tratar mal, son racistas, no te hablan, te miran muy mal”; teníamos muy malasexperiencias por lo que vivíamos en ese pueblo, donde sí, ganabas bien, pero no tenías vida.Hoy en día después de haber conocido a la Asociación (Nomada), de haber estado ya en unaciudad principal, porque Wrocław ya no es un pueblo, es una ciudad, pudimos conocer muchas otraspersonas que aquí sí hablan inglés, y que no se molestan porque tú lo hables; aquí la gente sí eshospitalaria. Hoy en día nos vamos realmente tristes –después de haber recibido la decisión de quedebemos abandonar el país– porque, por ahora, no pudimos continuar con el sueño de vivir aquí.Mayo de 2024.
“Quise mejorar mi vida, pero las empresas me hicieronla vida imposible”: D.Yo soy de Ibagué y en Colombia era asesora comercial en una empresa de telefonía. Meencargaba de las ventas y también de la contabilidad. No estaba contenta en Colombia y por eso decidíemigrar. Primero quería conocer y luego ver cómo me acomodaba en algún lado de Europa. Hice untour y fui a conocer Malta. Ahí también busqué trabajo, pero fue muy difícil y luego me enfermé.Recuerdo que iba en el bus, me dio una cosa horrible en el pecho, sentí un zumbido en el oídoy cuando me desperté estaba en el hospital entubada y alguien me hablaba en inglés sin que yo pudieraentender muy bien qué me decía. Resultó que había estado en coma cuatro días. Aunque me hicieronmuchísimos exámenes, no hubo un diagnóstico exacto. Según los doctores, podría haber sido resultadode un episodio extremo de ansiedad por estar allá sola, lejos de mis hijos y mi familia.Yo me rehusaba a regresar a Colombia cuando se me acabaran los 90 días de estancia legal comoturista. Encontré una publicación en Facebook para trabajar en Polonia recolectando lechugas; contactéa la persona que había publicado el anuncio, y un asesor me dijo que sí, que viajara, que ellos me haríanlos papeles.En la sede de la agencia en Wrocław me atendió una mujer española, que me informó que eltrabajo sería de 14 horas diarias a 18 eslotis la hora (precio neto) en [la zona de] Legnica, con elalojamiento y el transporte incluidos.No estaba muy convencida con esa oferta de trabajo porque venía de trabajar ocho horas enColombia como asesora comercial. Lo pensé mucho. Sin embargo, la española me presionó bastantediciendo que no iba a encontrar una oferta mejor.De tanto insistir accedí pensando en que lograría obtener mis papeles rápidamente –ellos mehabían dicho que iba a salir una nueva ley por la cual ya no sería tan fácil empezar el proceso de la kartapobytu solo con el permiso de trabajo–.Firmé una hoja que era, supuestamente, para sacar la cuenta bancaria, pero no me hicieronrmar un contrato.Llegué a un apartamento donde me acomodaron en una habitación para seis mujeres que noera muy grande. Los cuartos olían horrible. Yo compartía habitación con tres señoras de edad,ucranianas, pero no eran nada aseadas y no dejaban abrir las ventanas. Había una sola cocina paracuatro o cinco cuartos. Como el apartamento era pequeño, era problemático acomodar la comida enalguna de las tres neveras. Yo hice mercado ese día y casi no había espacio para guardar lo que habíacomprado. Cocinar también era complicado porque había demasiada gente.
Algunos hombres ucranianos se la pasaban en pantalón, sin camiseta, y eran como, “ah, llegóuna colombiana”. Verlos así, semidesnudos, y que te hablaran y que te cogieran la mano diciéndote“bonita”, era incómodo. No me sentí a gusto en ese ambiente.El lunes fue el único día que trabajé allá. Estar agachada o inclinada, cortando y cortando(lechugas) todo el día fue muy duro. Me puse mal. Se me abrió la mano y el dolor en la cadera y los piesera terrible. Terminé quemada porque estuve en todo el rayo del sol. Llegué a la casa cansadísima, tomépastillas para el dolor, y al otro día no podía moverme.Le comuniqué a la agencia que no podría ir a trabajar porque no me sentía bien y en la nocheme respondieron que al día siguiente tenía que ir a trabajar porque no estaba produciendo para elalquiler. Al segundo día seguí sintiendo la cadera destrozada, le dije a la agencia que así no podíatrabajar y entonces me informaron que debía irme.Cogí mis cosas, una mochila, un bolsito y la bolsa del supermercado de lona, y me fui. No medieron ni un centavo por esas 14 horas trabajadas.Entonces me puse en contacto con un reclutador que se llama Camilo, que buscaba gente porFacebook para una planta de pollos. Él ya me había propuesto venir a trabajar en Polonia a esa vacante,pero no me había dado conanza porque no era una agencia. Cuando volví a escribirle me dijo que aúnbuscaban personas para esa fábrica. Creo que pagaban a 18 eslotis neto la hora, trabajando ocho o diezhoras diarias. Fui hasta el lugar que él me indicó, y allá me recogió un hombre.El primer día trabajando allá se me congelaron las manos. Era inexperta en eso y la chica, laucraniana que tenía enfrente, se ausentó un rato y la cinta seguía corriendo sin parar, entonces metocaba revisar bien porque yo hacía el control de calidad, y debía asegurarme de que el pollo no pasaracon huesos ni con gordos. Tenía que agarrar rápido el pollo, tocar, tocar, tocar, y por eso me cogió undolor terrible en los huesos y un frío interno en las manos que me duró dos días; eso sin hablar deldolor en la cadera porque debía estar de pie.Llevábamos un uniforme abrigado. Teníamos una especie de sudadera calentadora como depiel de oveja y encima el overol blanco; un gorro, los delantales, las botas, guantes de lana –podían sermás de un par–, y otros guantes de látex.Cuando me describieron el trabajo, me pareció relativamente fácil, porque nos dijeron que erapara hacer control de calidad, y solo diez horas. Pero a partir del tercer día nos obligaron a hacer 12, de 4de la mañana a 4 de la tarde.Yo creo que alcancé a trabajar 15 días ahí, hasta que tuvimos un incidente. Cierto día, lesnotiqué a los de la agencia que no iría a trabajar, porque tenía la espalda lastimada desde el trabajo conlas lechugas, y con el frío el dolor parecía haber empeorado. Además el grupo de chicos colombianoscon los que trabajábamos también estaba rebelado y aunque tenían que entrar a las 4, esa mañanahabían decidido entrar a las 7.
Según me contaron mis amigos, el coordinador les preguntó por qué se habían demorado. Ellosle explicaron que querían trabajar solo diez horas. Él se molestó, les dijo que no podían hacer eso y quese fueran; ellos no vieron problema con dar media vuelta y regresar. Pero el coordinador los siguió hastala casa.Cuando ellos iban llegando, una de las chicas me llamó y me dijo “D., baje y grabe”. Ahí meencontré con que el supervisor insistía en que nos fuéramos, porque nosotros no íbamos a hacer lo quequisiéramos. Una de las chicas le replicaba por señas, ya que no hablaba bien inglés, que nos iríamos sinos pagaban. El supervisor le gritó y se le enfrentó, como amenazándola, cosa que no le gustó a sunovio, R.Ahí el supervisor y R. se pusieron cara a cara y empezaron a empujarse. Como el coordinadorvio que el chico era más robusto y más grande que él, fue al carro, sacó un arma y nos empezó aapuntar. La verdad yo estaba concentrada grabando, y estaba mirando todo a través del celular,entonces no vi la magnitud de lo que en realidad ocurría (otro ángulo de esta historia se puede leer en“Para muchos, venir acá es un sueño”).Pelea capturada por D. en su teléfono,en el centro de Polonia.Al nal fuimos a la policía, pusimos la denuncia, capturaron al coordinador pero resultó que elarma supuestamente era de juguete. Yo nunca he visto un arma en mi vida, pero falsa o no, la manera enque el supervisor nos intimidó y nos trató, no fue adecuada ni justa.
Intenté trabajar también en un aserradero y un restaurante. En el primer lugar el trabajo erapesado y como sufro del túnel carpiano, se me inamaban las manos. Cuando empecé a pedir permisoporque no podía ir a trabajar, la supervisora me hablaba feo y miraba mal. Las viviendas también eranasquerosas: muy sucias, el agua tenía un olor a cobre, y el trato de los ucranianos era horrible. Lo buenoes que eran muy cumplidos con el pago.En el último empleo, fui asistente de cocina unos ocho días. El dueño quería pagarme menos yno quiso hacer mi permiso de trabajo. Al nal, ni me pagó.Terminé yéndome de Polonia decepcionada de haberme encontrado con empresas que mehicieron la vida imposible.Septiembre de 2024
“Para muchos, venir acá es un sueño”: Carolina.Llegué por primera vez a Europa en la Navidad de 2022 a Reino Unido. Estaba nerviosísimaporque todo el mundo te dice que la migración es muy difícil allí, y que prácticamente tienes quepresentar hasta el acta de defunción de tu abuelita.Ahí estuve como un mes y medio, y después me fui a Malta, porque estaba buscando lugaresdonde pudiera hacer mis papeles. Malta es una opción en temporada alta, pero yo había llegado enfebrero o marzo, cuando no había muchas vacantes. La idea era conseguir trabajo en el ramo hotelero,de restaurantes, y limpieza. Aunque conseguí uno, el proceso para obtener papeles era largo, me teníaque quedar ahí más tiempo y no me iba a alcanzar el dinero, entonces decidí regresar a México porReino Unido y pasar unos días en Escocia, porque mi sueño era conocer ese país.Volví a México y dije, “luego lo vuelvo a intentar”. Pero tú llegas a tu país después de vivir estesueño, porque para muchos venir para acá es un sueño, y te sientes mal. Ya nada es igual, nada tecomplace, dices como, “ay, ¿qué estoy haciendo acá?, allá estaba más bonito, allá era más seguro”.Estuve cuatro o tres meses y medio en México. No pensaba regresar tan rápido a Europa,porque debía ahorrar dinero otra vez, sin embargo, se me presentó una oportunidad de sacar un dineroahorrado.La segunda vez llegué a Croacia. Allá también hay oportunidades de trabajar como turista entemporada alta; y como turista, trabajar y pedir un permiso de trabajo. El país no me gustó. Me sentíafuera de lugar, aparte se te quedan viendo, porque quieras o no, eres persona diferente.Estando allá, por algún azar del destino me topé con un anuncio en Facebook de una de lasagencias de trabajo de Polonia. Ya lo venía viendo desde hacía tiempo y contacté a la agencia. Medijeron, sí, ven, de un mes a 90 días sale tu permiso de trabajo, y te puedes venir a trabajar. Si bien medieron la opción de llegar al hotel donde ellos acomodan a la gente, decidí buscar por mi cuenta unapartamento en Lublin, donde estuve solita mientras salía mi permiso de trabajo.Luego estuve en cama varios días con un dolor de estómago, y conocí por Facebook a una chicade Colombia que estaba en Malta. Ella me preguntó, “ay, ¿cómo está eso de Polonia?”, le conté ydecidió venir. A los tres días ya estaba aquí en una empresa de lechugas, no le funcionó y se fue parauna planta de pollos. Yo le dije, “¿sabes qué?, estoy muy mal”, y ella me dice, “vente para acá, que hayun grupito de colombianos y te vamos a cuidar”.Llegué allá, me recogieron en una estación, vi campo y más campo, y yo dije, ¿en dónde memetí? Le mandé mensaje a una amiga diciéndole, “si mañana no aparezco, por favor búscame, estoyacá”, y le mandé la ubicación. Había llegado a un hotel en medio de la nada, a una casa vieja.
Primera vista al llegar. Foto: CarolinaEl primer día trabajé 17 horas sin pausa, con una inducción muy general, que por supuesto note pagaban. Había un chico que estaba traduciendo del polaco al inglés, pero son pocos los latinos quehablan este idioma. Hacía frío en la fábrica, y estar todo el día ahí te calaba más; te dolían los huesos, tedolían las piernas. A raíz de eso, y creo que por mi edad, ya no puedo estar mucho tiempo parada, meduelen mucho los talones.Aunque nos habían dicho que trabajaríamos 8 horas, eran doce porque nos recogían y llevaban,y de esa forma nos hacían quedarnos a la fuerza. De ahí que el grupito de colombianos que me adoptódecidiera comprar un carro entre todos para venir e ir, poder estar solo ocho horas y regresar.A la agencia, claro, esto no le gustó, y nos exigía quedarnos doce horas como mínimo. Empezóuna discusión en la empresa, nosotros insistimos en trabajar solo ocho horas, y ellos se enojaron. Nosdijeron, “bueno, si no se van a quedar las doce horas, mejor váyanse”.Eso hicimos. Nos fuimos en el carro hacia la residencia, cuando vimos que venía el supervisoren el vehículo de atrás.Le hablamos15a los que estaban en el hotel, a nuestros amigos, para que bajaran y grabaran, porsi algo se ponía feo. Ya fuera del auto, los chicos empezaron a discutir con el supervisor. Él nos pedíaque nos fuéramos, y una compañera le contestaba que necesitábamos nuestra paga.15En México, signica llamar (por teléfono)
Ahí empezó la pelea. En una de esas, el tipo se acercó al carro, yo me fui para atrás, y vi que sacóuna pistola y le apuntaba a este chico. Empezó a amenazar diciendo no sé qué, yo me hice con lasmujeres, y los muchachos se quedaron del otro lado viendo qué pasaba.El tipo fue al auto, amenazó, y todos empezaron a gritar “policía, ¡vamos a llamar a la policía!Estamos grabando el video”, entonces él bajó la guardia y guardó la pistola. Después de eso, el ambientese relajó un poquito, y los chicos empezaron a alegar con traductor.Momento de la agresión. Foto: D.Un contacto con la agencia nos aconsejó ir a la policía. Allá hicimos la denuncia, llevaron altipo esposado a la estación, y hubo un careo entre el chico (el amenazado) y (el otro), y resultó que lapistola era de mentira. Le dijeron a este chico que si quería poner la denuncia podía hacerlo, pero quetomaría tiempo porque sería necesaria la opinión de peritos en armas, y que como era falsa, perdería sutiempo.A mí luego me dio un ataque de pánico. Ya cuando terminó todo me fui al baño a llorar unratito. Tú vienes huyendo de ese tipo de cosas y en México si alguien saca una pistola, ya sabes lo que vaa pasar.*
Cuando uno llega aquí, uno no sabe cómo son los procesos migratorios ni nada y la gente creeque las agencias les van a hacer sus procesos; sin embargo, al nal las agencias no hacen nada, y por esomuchos se quedan de ilegales y terminan deportados o con sellos de retorno. Y como la visa (al menosen Colombia) se tarda mucho porque las citas están saturadas, la gente se desespera y se vienecreyendo que va a hacer mucho dinero. La realidad es que aquí no te vienes a hacer rico.Lo otro es que tú estando allá en tu país de origen dices, “me puedo aventar un turno de 12horas en una fábrica”. Pero la realidad es bien diferente, empezando por el lugar donde llegas a vivir:tienes que convivir con mucha gente de diferentes países, y a veces nuestras culturas no se la llevan bien.Habitación compartida de mujeres.Foto: CarolinaY tener que ir a una fábrica donde vas a estar parado doce horas, en trabajos muy pesados, congente que no es amable gritando en otro idioma es muy desgastante. Algunos de esos ociosprobablemente se hacen en nuestros países, sin embargo, tal vez no nos pesan tanto por los benecios ylos derechos que tenemos allí. Aquí esos benecios no se ven, no existen. No sé cómo los ciudadanosaceptan ese contrato temporal16que prácticamente legaliza la esclavitud. Sin embargo, si quieres estaracá, te tienes que atener a eso.16Umowa zlecenie, contrato de mandato
Mucha gente viene con la idea de que es fácil, de que va a hacer mucho dinero y al nal llegan ydicen, ¿qué pasó, dónde está mi sueldo? Aparte, a algunos les descuentan los boletos de avión, ahí se vala deuda, y nunca ven el dinero prometido.A pesar del incidente en la planta de pollos, Polonia me parece un país muy seguro, y esaseguridad y tranquilidad de estar en las calles, no la cambio por nada.Mayo de 2024
“Vine aquí a hacer historia, no a llorar”: Ulises.Recuerdo que hace un año estaba trabajando para campañas políticas en La Guajira comodiseñador gráco, y no tenía forma de imaginar mi vida actual. Mi vida allá giraba en torno a Colombiay mi pueblo (Villanueva). Cuando vi la posibilidad de venir acá no lo pensé tanto por la parteeconómica sino porque me daría una oportunidad de conocer, salir y hacer el trabajo de historiador.Vagar, caminar, conocer, leer y hablar con las personas es el verdadero trabajo de un historiador –noestar sentado detrás de un escritorio–.Polonia me interesaba porque ha tenido, entre las guerras que han pasado por aquí, lacapacidad de resiliencia para volver a levantarse como si nada hubiera pasado. Su sociedad ycomportamiento son verdaderamente admirables, en especial en contraste con Colombia y sus 60 añosde conicto interno.Llegué a Polonia con un reclutador venezolano de una agencia, y empecé a trabajar clasicandofresas. Yo mido 1.80, y me colocaron en una banda muy baja, que medía menos de un metro. Ese día elreclutador estaba ahí y le notiqué que no podía trabajar en esa máquina porque estaba muy baja y meestaba generando mucho dolor. A él no le importó. Continué trabajando, pero como ese piso erabastante resbaloso y yo tenía unas botas de caucho, sufrí un resbalón, caí de lado, y me golpeé la rodillacon la base de la plataforma, que es metálica.Me empezó un dolor que me duró semanas. Llegó un momento en que no podía mover larodilla. Para poder caminar tenía que arrastrar literalmente la pierna. Estuve dos semanas así,colocándome pañitos de agua tibia y botellas de agua caliente, y tomando ibuprofeno. Había días enque para caminar unos 150 metros me tocaba por tramos: avanzaba, descansaba, seguía y descansaba,porque me dolía demasiado. Llegó un momento en que el dolor llegaba hasta el fémur. Me obligaron atrabajar dos semanas con la rodilla así, porque si no, decían, me botaban a la calle.Yo no tenía contrato, y le pedí varias veces al reclutador que me lo hiciera para poder acceder alPESEL17. Tampoco tenía seguro ni podía ir al médico para que me hicieran una valoración o al menosme colocaran un desinamatorio.Le rogué a la agencia que me hicieran rmar un contrato para tener asistencia médica y nohubo forma de persuadirlos. Ahí fue cuando decidí no continuar en esa agencia –aunque no sabía quéiba a hacer ni dónde me iba a meter–, porque no solamente se estaba afectando mi salud física sinotambién la emocional.17El PESEL es un número de once cifras que ayuda a identicar a la persona ante las autoridades, y que puede ser necesariopara abrir una cuenta de banco, pagar impuestos y acceder a los servicios de salud.
Fui a la ocina de la agencia en Varsovia a comunicarles que no iba a continuar trabajando conellos, porque no tenía un contrato ni me habían cumplido con nada de lo que me habían prometido, yles pedí que me pagaran mi sueldo. El gerente, un polaco, me dijo él tenía un contrato verbal conmigo.Yo me le reí en la cara y le dije que yo sabía que un extranjero no puede tener un contrato verbal enPolonia. Finalmente intentaron convencerme de rmar un contrato, pero yo les dije que no lo haría yque los denunciaría con la PIP (Inspección Nacional del Trabajo) y con la embajada.Les dije: “escupo en mi palabra18, yo cumplí mi palabra hasta el último minuto, ustedes no, yoya no puedo continuar aquí”, y escupí el suelo. No llegué a escupirlos a ellos, ni estaba drogado, comodecían.En ese momento, el gerente me tomó por el cuello, me arrastró y quería lanzarme por lasescaleras. Alguien grabó la agresión y la supuesta dueña de la empresa, una ucraniana, intentó tapar lacámara. Terminé en el hospital y con una incapacidad de un mes. La agencia me dio una remuneraciónde 1.500 eslotis por la agresión física.Antes de venir a Polonia, yo había comprado el pasaje ida y vuelta a Colombia. Le cambié lafecha y al mes de salir de esa agencia, estaba que cambiaba nuevamente a la fecha y me devolvía aColombia. Decía, no creo que vaya aguantar esto, no soporto la situación, no soporto que la gentequiera decirme que todo esto (la agresión), pasó por mi culpa. Cuando salí de todo ese círculo cercanoa la agencia, todo cambió.18“En mis creencias indígenas, de la cosmovisión wayú, la palabra es sagrada”, dice Ulises.
Llegué a una nueva agencia, conocí nuevas personas y sobre todo un nuevo panorama cultural,tuve la oportunidad de visitar muchos sitios, de salir y de por n sentarme en un bar y tomar unacerveza con gente de otro país y con total libertad. Estando en Gdańsk, salí a caminar y empecé a ver labelleza de la ciudad, desperté nuevamente y me dije, yo vine aquí a hacer historia, no vine a llorar ni asentirme mal ni a deprimirme, todo lo contrario.*Agencias como esa y muchas otras nos venden (a los latinos) como carne, como si nosotrosfuéramos esclavos, y no les importa si salimos afectados, si tenemos buenas condiciones de vivienda, nisi tenemos con qué alimentarnos: yo duré comiendo solo arroz con mantequilla durante 15 díasporque ellos se atrasaron en los pagos. A los reclutadores no les importa lo que uno siente.Pero es importante aprender que la agencia no es todopoderosa: es una ocina o un negociocomo cualquier otro, y tiene que responderle al Estado si no cumple con las disposiciones que seestablecen. A la gente con la que hablo le digo: si ustedes sienten que se les está vulnerando algúnderecho, tienen el derecho y la posibilidad de hacer sus denuncias.Es difícil entender cómo esta agencia donde estuve sigue funcionando. Sin embargo, comodicen los guardias fronterizos, el problema es que los colombianos no quieren hablar, no quierendenunciar. Se necesita que más personas lo hagan para que las autoridades puedan proceder másrápido.*Esa primera agencia donde estuve no se parece en nada a donde estoy actualmente. Con laprimera, trabajaba como mínimo 12 horas, y hasta 16; en la nueva trabajo solamente 8. En este nuevoempleo, el sábado lo pagan al doble, y el domingo, al triple. Yo eso no lo sabía porque venía de empresasdonde no pagaban nada de eso, y ahora me siento feliz de darme cuenta de que hay cosas que sífuncionan bien aquí. Me han dado seguros médicos, ZUS19, póliza de riesgo. Quedé impresionadoporque esos documentos yo no los conocía.En esta empresa te dicen, si te sientes mal, si no te sientes en condición de ir a trabajar, puedesquedarte en tu casa y no te vamos a multar. Si se tiene que utilizar el terrorismo para que las personastrabajen –como en la otra agencia–, ya eso es un problema mucho más grave. En esta empresa dondeestoy en ningún momento me están diciendo que tengo que ir a trabajar obligado. Si bien rmé uncontrato, si me siento mal no tengo que presentarme.19ZUS: Zakład Ubezpieczeń Społecznych. Es el Instituto de Seguridad Social.
Fotos: Ulises.El verdadero sueño en Polonia está en que tú te encuentres o tú consigas una empresa que deverdad funcione y te dé las garantías de crecimiento que tú necesitas. Como les digo a muchas personasque me piden consejo, el sacricio no es el sueldo, no es lo que te vas a ganar aquí, sino el hacer tusdocumentos. Venir a Polonia creyendo que te vas a hacer rico es un sueño irreal; es más fácil hacerse ricoen Colombia que en Polonia. Pero si quieres cambiar tu estilo de vida o tener una mejor vida para ti otu familia, sí se puede.Septiembre de 2024
La tierra de las multas: V.Decidí venir a Polonia por recomendación de un conocido. Él me dijo que aquí me iba a ganarsiete millones de pesos (unos 6 mil eslotis), pero no mencionó los descuentos o las multas (queimponen las agencias).Me descontaban 500 eslotis de arriendo y también el transporte –y eso que el lugar de trabajoestaba ubicado a cinco minutos caminando desde la vivienda–. Aunque se supone que iban a pagarmea 16.50 la hora, terminaron pagándomela a 14.90 ó 15 90. Yo hacía cuentas, y por trabajar 200 horas,me pagaban menos. Lo peor es que nadie respondía. Si uno iba a reclamar la respuesta era, dawaj,dawaj, kurwa20.La persona que me trajo era un reclutador colombiano de una agencia. A él le pagué más desiete millones por los pasajes de Bogotá hasta Polonia ida y vuelta, y el cupo de trabajo. El vuelo deBarranquilla a Bogotá lo tuve que costear aparte.Llegué a una empresa de cárnicos en Baja Silesia, en donde trabajábamos colombianos,peruanos, africanos y argentinos. Allá las jornadas eran de 12 a 14 horas. Entraba a las 5:45 y salía a lasseis en punto de la tarde. Uno no podía salir ni un minuto más temprano.El trabajo era extremadamente pesado e inhumano: ni en una cárcel uno trabaja así. Soloteníamos 15 minutos para ir a comer (principalmente salchichas) y otra vez regresar. En esos 15minutos usted tenía que comer rápido, ir al baño y volver antes de los 15 minutos, porque si usted sepasaba un minuto, solo un minuto, lo multaban con 200 ó 500 eslotis.Había multas por todo. Si te pasabas un minuto en el baño, multa. Si salías temprano, multa. Sihabía algo sucio en la casa o no hacías aseo, multa. Si se te caía una canasta de pollo en la fábrica, multa.La sanción más pequeña era de 200 eslotis, y la más grande, de 700. La verdad no me multaron mucho,porque no quería que me tocaran el bolsillo. La única multa con la que estaba de acuerdo era la queimponían por llegar borracho al trabajo; las otras sanciones me parecían injustas.Un día amanecí enfermo y les dije que no iba a trabajar porque no me podía mover. Ellos medijeron que debía ir a trabajar, y que el día siguiente lo tendría libre; según informaron, era necesarioavisar con ocho horas de antelación la ausencia. Pero yo les dije, “no, yo no voy a trabajar, múltenmetodo lo que quieran, pero yo estoy enfermo, no tengo la culpa de enfermarme y no puedo ir”.Como a las dos semanas de estar con las piernas hinchadas, y porque me porté grosero, por nme llevaron al médico. Igual, me tocó comprar mis propias pastillas.20Algo así como ,“Vete a la mierda”
En el trabajo usaba un traje blanco, pantalón blanco, camisa manga larga, un gorro, tapabocas yguantes, y unas botas punta de hierro que eran un martirio, porque no tenían ninguna amortiguación.Mi trabajo consistía en arrastrar, con un montacargas manual, cientos de kilos de diferentescarnes –desde 300 hasta 700 kilos–. Los polacos trabajaban con uno eléctrico, y los colombianos conuno manual, y yo tenía que rodar el montacargas con mucho cuidado, porque en el piso habíabastantes huecos para el drenaje.Alcancé a trabajar ahí dos meses. Cuando me retiré de esa empresa me descontaron unosexámenes que nunca me hicieron. Y no había forma de reclamar.Polonia no es como lo pintan. Yo les advierto a mis conocidos que quieren venir que para estarlejos de la familia, aguantando necesidades y humillaciones, es mejor quedarse en Colombia con elsalario mínimo.Agosto de 2024
El precio de la vida y el valor para vivirla: David.En Polonia nos recibió una persona que es paisana mía. Ella había llegado con una agencia ynos aseguró que aquí nos recibirían a mí y a Carlos, mi pareja. Ella me había pasado el contacto de unaagencia, les escribí y ellos me dijeron que nos viniéramos.Primero estuvimos trabajando en una fábrica procesadora de pollos, en Cuyavia y Pomerania.Ahí duramos solo una semana, prácticamente. Nuestra labor consistía en cargar canastillas de pollosenteros o despresados, y por eso, y quizás porque nos golpeábamos con ellas por accidente, nos salíanmoretones en los brazos.Para completar, Carlos cuenta que una mujer ucraniana lo trataba mal verbalmente, y en unpar de ocasiones lo chuzó en el brazo con la punta del cuchillo para afanarlo a hacer su trabajo másrápido. Yo recibí maltrato verbal de parte de capataces que solo vivían de mal humor, insultando ygritando.El trabajo era tan fuerte que ambos terminábamos con las manos hinchadas. Incluso Carlosllegó a un punto en que no podía ni destapar una botella de agua, y aun así no quisieron cambiarlo deárea.Mano después delprimer trabajo. Foto: David
Nuestra jornada era de 10 a 15 horas, según el día, e iba desde las 18 hasta las 8 ó 9 de lamañana; o si no, desde las 5 de la mañana hasta las 16 ó 17. Nos dijeron que nos pagarían a 21 eslotis lahora.Como era tan duro el trabajo, tan pesado, quedábamos demasiado agotados y no teníamos nifuerza para prepararnos algo de comer en la casa. Solo queríamos llegar a la cama a descansar. Durantela jornada laboral, únicamente nos daban media hora de descanso –no paga–, y solo en ese momentopodíamos alimentarnos. El resto del día teníamos que aguantar hasta volver a la casa. Comíamos unavez o máximo dos veces al día, y solo comida que preparábamos rápido, como sándwiches, arroz conhuevo o con salchicha, u otros platos de rápida preparación.Y cuando decidimos renunciar a ese primer trabajo nunca nos pagaron nada: se robaronnuestros días trabajados.Luego entramos a otra agencia de empleo ubicada en Poznań. Esta agencia desde un principionos dijo que nos cobraría 1.000 zl para tramitar la karta pobytu y 300 zl por el permiso de trabajo; eldinero nos lo descontarían a cada uno en dos cuotas a partir de nuestro primer sueldo.Primero nos enviaron a un pueblo a una oferta de maderas para hacer estibas, trabajo quenunca llegamos a desempeñar porque necesitábamos recibir una inducción sobre manejo deherramientas eléctricas. Ahí nos tuvieron doce días durante los cuales nos vimos obligados a costearnoscomida y transporte. Al nal, el traductor que se requería para la inducción nunca apareció.En mayo nos enviaron a trabajar a una empresa de kebab. Pensábamos que el principio seríaduro pero que luego vendrían cosas mejores. Nada de eso pasó. Trabajábamos en frigorícos, yocargaba unas bolas de carne que pesaban de 5 a 70 kilos, y Carlos, por su parte, debía cortar unos 1.150kilos de piernas de pollo al día.En esa empresa trabajábamos de 8 a 10 horas, de lunes a sábado. El jefe de área, un polaco, nohabía día en el que no nos insultara o gritara.Fue muy duro sacar la fuerza y valentía para adaptarnos a estos trabajos ya que los dolores deespalda, manos y brazos eran pan de cada día.Poco a poco, y ya tarde, nos fuimos dando cuenta de que nos tenían laborando sin permisos detrabajo, sin seguros médicos y sin un contrato formal.En julio tuve un accidente con un carro eléctrico, con el que me lastimé el pie izquierdo. Hacíaaños había tenido una fractura en ese pie y precisamente me lo volví a lastimar. Con el golpe se memoreteó e hinchó el pie, y la agencia solo contestó a los 3 ó 4 días. Me dijeron que no podía ir al médicoporque no tenía permiso de trabajo. Nunca fui atendido por un doctor ni por parte de la agencia, ni laempresa, de forma que me tocó seguir desempeñando mis labores a punta de ibuprofeno.Trabajé con un esfuerzo sobrehumano para saldar deudas y mantener a mi familia. Al nal, solome pagaron un mes de los dos trabajados. El pago de julio nunca llegó.
Decidimos renunciar a esta empresa por todo lo que fuimos viviendo a lo largo de dos meses: eltrabajo pesado, sumado al maltrato de este señor, y el darnos cuenta que no teníamos ni siquiera unseguro médico para cualquier urgencia.Desesperados, salimos de esa agencia y recurrimos a Nomada que nos asesoró sobre cómopodríamos regresar a Colombia con un vuelo humanitario. Acudimos a La Guardia fronteriza, que noshizo una entrevista. La OIM, Organización Internacional de Inmigrantes (OIM), nos dio los boletos deregreso. El vuelo fue con escalas de Poznań a Varsovia, por Turquía y hasta Bogotá.Estuvimos más de 100 días en Polonia.*A donde fuimos en Polonia, vimos más colombianos que inmigrantes de otras nacionalidades.Lo que más me impresionó es que muchos vinieron aquí no sólo con la intención de trabajar y saliradelante sino también con la de continuar con la misma vida que llevaban en Colombia: una de trago yestas, e incluso drogas. En los pueblos a donde fuimos, sin excepción, siempre nos topamos concolombianos que bebían, se emborrachaban –y hasta se drogaban–, o que se peleaban entre ellosmismos o formaban escándalos públicos.Julio de 2024
“Yo soy un ser humano, y no soy un animal para que meestén arriando21”: Sneyder.¿Que por qué escogí Polonia? No lo sé. Supongo que me dejé convencer. En Colombia me ibasúperbien: ganaba un promedio de 4 millones 500 (unos 4 mil eslotis)22como salvavidas, reciclador, ytambién prestando dinero o con un negocio de vestidos de baño. Pero me prometieron un sueldo de 7 a9 millones de pesos (entre 6 mil y 8 mil eslotis aproximadamente) en Polonia y eso me persuadió devenir.Una señora de allá de donde yo vivo publicaba información sobre Polonia a cada nada en susestados en Whatsapp: que ven y trabajas con nosotros, que no sé qué. Yo le pregunté y ella me dijo, “sí,Sneyder, te vas a ganar tanto y tanto, y vas a estar súperbien”. Y yo pensé, pero qué raro que no exijannada, ni siquiera un documento, solamente el pasaporte y vaya a trabajar y pague; porque la plata sí erapor delante. En ese momento me sacaron más o menos 6 millones (unos 6.000 eslotis).Eso incluía el tiquete de venida hasta España y el cupo en la empresa. Llegué a España conmucho miedo porque todo el proceso para venir Polonia me parecía muy raro; consulté al contacto deun familiar en Migración España del aeropuerto sobre los documentos. Resultó que eran falsos y notenían ninguna validez.Ya estaba en Europa y era demasiado tarde, entonces me quedé cerca de un mes probandosuerte en España, sin tener conocimiento de casi nada. Por ahí hice un “amigo” que me presentó a unseñor que pagaba dos euros con 80 céntimos la hora. Le trabajaba siete u ocho horas, y de las siete yocho horas, solamente me pagaba cuatro. Ahí estuve en mensajería, entregando pedidos, voleando23pedal. Dije, no, en España no fue24, porque no me alcanzaba ni para el arriendo25.Vine nalmente a Polonia y cuando llegué a la fábrica de embutidos en Pomerania, todo fuemuy bonito por cinco o seis días. Luego resulté trabajando hasta 13 horas prácticamente sin comer.Parecíamos estar en tiempos de esclavitud aún. Solamente teníamos dos o tres przerwas de diez o doceminutos, eso era todo. Yo me preguntaba, ¿una persona cómo se puede alimentar en ese tiempo? ¿O enqué momento puede descansar bien? Para ir a comer, a uno le tocaba desplazarse un buen trayecto,25El alquiler24Algo así como, esto aquí en España no funcionó23En el sentido de “volear pata” de Colombia: https://www.asale.org/damer/volear22El salario mínimo en Colombia es, para 2024, de unos 1.300 eslotis. Unos 2,5 millones de personas ganaron el salariomínimo en Colombia en 2023, según el DANE. Unos 10,5 millones de personas ganaron menos de un salario mínimo en2023.21Arriar: obligar a una persona a hacer algo que no desea.
porque las instalaciones quedaban bien adentro: me echaba 6 minutos yendo y otros 6 volviendo, ydebía cambiarme la ropa y volverme a vestir. En realidad lograba descansar unos 5, 6, 7 minutos,máximo 8, y no más.Al mal tiempo, buena cara.Foto: SneyderMe habían dicho que me pagarían a 22 ó 23 eslotis la hora, y luego nos informaron que con elalquiler incluido, la hora saldría a 17. Al principio sacábamos un sueldo de unos 4 millones de pesos,que en mi caso fue aumentando de a poquito, porque me mantenía en contacto con los dueños de laempresa. A través de ellos me hice escuchar, aún si ninguno de mis compañeros quería mostrar sudescontento porque temían que los devolvieran para Colombia. Yo les decía, “a nosotros nosprometieron algo desde allá, y no nos pueden botar a la calle”.Alrededor de 30 personas vivíamos en una casa muy bonita en ese trabajo. Pero era muchagente para compartir una cocina con solo dos fogones y un baño; había que esperar mucho hasta paraducharse. Fuera de eso, nos recogían a las 3 de la mañana aunque solo entrábamos a trabajar a las seis.La fábrica no quedaba en otra ciudad, pero la agencia tenía bastante gente y era desorganizada, y poreso nos hacían madrugar más a algunos.Lo otro: a uno no le creen si uno se enferma. Alguna persona de la agencia lo lleva a uno almédico y se queda ahí en el consultorio. Si a uno lo desnudan también se queda ahí mirando todo. Asíme pasó a mí: me desnudaron para un examen y un hombre de la agencia se quedó ahí parado y no sesalió del consultorio. Yo no tengo problema, yo estoy bien con mi cuerpo, pero yo decía, ¿así será conlas mujeres?, ¿así será con todo el mundo?
Yo les dije que no me parecía correcto que una persona, el conductor de la agencia en este caso,esperara ahí cuando me iba a desvestir. Uno tiene que tener su privacidad. Al parecer el señor tenía queestar presente para ver si yo estaba mintiendo o estaba diciendo la verdad.*Como yo expresaba mi descontento en esa primera agencia a la que llegué, la persona encargadade organizar la estadía en la agencia, junto con su marido y su hijo, me decían que yo era un llorón, queyo no servía para ese trabajo, y otros insultos peores. Yo siempre me defendía y les respondía que “yosoy un ser humano, y no soy un animal para que me estén arriando26”.Logré que la empresa me subiera el sueldo a 18 ó 19 eslotis la hora. Empecé a exigir y a indagarsobre los documentos, y descubrí que nos tenían que entregar una vericación de que se habíanenviado los documentos a la ocina del voivodato. Empecé a reclamar ese documento, el radicado de laentrega, porque yo no quería quedar de manera irregular acá. Sin embargo, me tuvieron en vilo comohasta el quinto o sexto mes.Empecé a comentarle a uno de los directivos de la empresa sobre cómo la agencia no se habíahecho responsable de nuestros documentos hasta ese momento. Yo no sabía si estaba de manera regularo no en ese momento, y había compañeros que llevaban siete u ocho meses sin haber recibido la tarjetaamarilla ni el sello rojo.Trajeron traductores para que nos ayudaran, pero eso solo generó más conicto. Había untraductor que era muy abusivo y grosero con nosotros. Él me mandaba callar, y yo le respondía, “no mevoy a callar, ustedes tienen que darnos a nosotros la información por ley, porque es nuestro derechosaber cómo estamos nosotros acá27. No somos animales”, le volvía y le repetía; “si usted estáacostumbrado a ser un animal, es diferente, pero a mí me trata como a un ser humano”.La agencia me despidió porque no estaba a gusto con que yo reclamara completa claridad sobrequiénes nos mandaban (no parecían ser ni de la agencia, ni de la empresa), y la pésima forma en que lohacían.Yo les dije que me iría siempre que me dieran mi plata de ese mes, porque me había endeudadopara venir, y aparte de eso estaba sosteniendo a mi familia. Ellos me respondieron que no, que tenía queirme o si no me echaban la policía. La tesorera me amenazó y yo le dije que la estaba grabando.Al nal tuve que irme. Salí con mis maletas y mis ahorros en una alcancía –que había idollenando de monedas porque allá nos pagaban en efectivo–. Con eso me defendí unos días, y ahí fuecuando llegué a la calle, en febrero, en invierno. Había empezado un proceso con otra agencia, y ellostenían mi permiso de trabajo, pero no había empleo en ese momento. Así que estuve caminando más27Es decir, si estamos legales o no26Arriar: Obligar a una persona a hacer algo que no desea.
de un mes por Polonia. Muchas veces sabía que en la estación de tren había baños, ahí pasaba la noche,y me mantenía bien abrigado con varios jeans y camisas, un saco y una chaqueta. Y durante el día, iba alas iglesias para buscar calor.Decidí ir a la PIP (Inspección Nacional del Trabajo), sin embargo, allá no me recibieron ladenuncia, sino que me remitieron a Varsovia. Y me recomendaron ir a la Guardia fronteriza yentregarme; según me dijeron, allí no me expulsarían del país, sino que me detendrían durante untiempo.Viajé hasta la ciudad más próxima donde había una ocina de la Guardia fronteriza, me puse apensar y dije, ¿será que me entrego, o no me entrego? ¿Y si pierdo todos los benecios que llevo hasta elmomento?Me senté en la acera y empecé a indagar en internet y ahí apareció la Asociación Nomada.Decidí entonces viajar hasta Wrocław, colado en un tren, desde donde estaba, no muy lejos de Słuspk.Me encerré en el baño y viajé así más o menos doce horas. Eso fue fuerte, porque golpeaban mucho lapuerta y yo con ese miedo, con ese temor, y sin un peso. Llegué a la Asociación pero no me atendieronporque era viernes y ya eran cerca de las 5 de la tarde.En Wrocław. Foto: Sneyder
Ese n de semana me quedé en el resguardo para la gente de la calle cercano a la estación detrenes. Ya llevaba sin comer bastante tiempo y gracias a Dios en el refugio nos daban cruasanes y unjuguito; comí eso y no más. Después, estando allá, se presentó una persona que trabajaba en un hotel, yme invitó a acompañarlo. Allá me dieron un alojamiento detrás de unos muebles, en un sofá, en la zonade hotel donde los clientes podían descansar y ver películas.Ahí estuve más o menos una semana sin tener que pagar por absolutamente nada.Todo el mundo me cobraba por darme trabajo. No había ni uno que me dijera, mire, aquí haytrabajo, venga y póngase a trabajar. Todos me decían, el permiso vale tanto y el cupo de trabajo valetanto, y yo decía, pero de por Dios, eso es mucha plata. En pesos colombianos sería un millón, dosmillones de pesos (entre mil y dos mil eslotis). Había unos que cobraban 3 mil eslotis y yo decía, perocómo así, esto es gratis, y yo les hacía sentir mi inconformismo, porque era consciente de que el permisode trabajo no costaba más de 200 eslotis para las empresas o agencias.Yo les decía, “está bien que usted de pronto me cobre algo, pero tíreme suave28, mire que yoestoy aguantando hambre, tengo tantos días en la calle, no estoy bien económicamente, no tengo dedónde sacar”. La mayoría me decía lo mismo, que no podían, que si no tenía el dinero, me loconsiguiera. Yo les decía, ¿pero dónde consigo la plata si no tengo trabajo?No le quise contar a mi familia lo que pasó en ese momento. Luego, después de que ya todohabía terminado, sí lo hice. Yo tengo un hermano en Colombia, él está bien económicamente, él meenvió algo de dinero y con eso me defendí el primer mes en la siguiente empresa a la que llegué, que erauna tapicería. El problema allá es que los dedos se nos pelaban mucho y como untábamos de sangre latela, teníamos que descansar una o dos semanas hasta que las manos sanaran.Salí de allá a otro puesto de trabajo ensamblando automóviles. Cuando llegué a Tychy, al nuevoempleo, empecé a subir videos a Tiktok para que otros latinos no empezaran a caer como yo, porqueveía cómo robaban a todo el mundo igual que lo habían hecho conmigo. A uno le venden algo, ycuando uno llega aquí se encuentra con otra cosa.Los polacos son muy buenas personas con los colombianos. Aquí lo que la embarra29son losmismos colombianos, los reclutadores, los que se hacen llamar tramitadores, que traen a nuestrospaisanos con engaños.Junio de 202429Embarrarla: hacer daño28Forma coloquial de decir, “no me cobre tanto”
“Sin polaco y sin inglés, con una maleta y con labendición de mi madre”: Freddy.Era plena pandemia y encontré un anuncio en Facebook, que más o menos decía, “gana entre600-800 euros en Polonia”. En aquel entonces nos traían con visa –era más o menos obligatorio, hoy aalgunas agencias eso ya no les importa mucho–, entonces uno decía, bueno, si me llevan así debe seralgo legal. Daban además permiso de trabajo, carta de recomendación y seguro por un año.Presenté los papeles y el proceso se demoró unos seis meses. Cuando uno empieza un procesode ese tipo uno dice, todavía queda tiempo, pero cuando te das cuenta, seis meses no dan tiempo ni dedespedirse.Llegamos a Polonia con un grupo de 13 colombianos el 25 de enero de 2021 –recuerdo la fechaporque ese día cumplen años mis papás, y el 24 estaba despidiéndome de ellos–, y ese fue mi primervuelo internacional. Solo había cruzado el puente de San Antonio en Venezuela, y había ido a SanAndrés30, y durante las 10 horas del vuelo me la pasé mirando películas y orando para que la carcacha(el avión) no se cayera.Al llegar, nos tuvieron 14 días encerradosdentro de una casa, porque todavía estábamos enpandemia. Hacia el décimo día apenas teníamoscomida; nos habían dejado souvenires, y luegoquedamos varados en esa casita en medio de la nieve,en invierno, mi primer invierno.Éramos 14 pelados31metidos ahí y nos tocóorganizarnos. Uno era contador, otro profesor, otradeportóloga, había un ingeniero, y yo, un trabajadorsocial. Al cabo del día diez nadie en la agenciarespondía celulares (en este país solo conocíamos ados personas: la persona que nos había llevado alalojamiento, y el reclutador). Ahora entiendo que sitú traes a alguien tienes que estar al tanto de esapersona hasta que se adapte a este nuevo entorno.31Muchachos30Isla colombiana
Había un Carrefour como a 30 minutos de la casa, y en aquel entonces ese supermercadoresultaba familiar porque en Colombia también había. Me acuerdo que salieron a mercar los dosúnicos que hablaban inglés. Pasó media hora, una hora, y todos estábamos preocupados porque si novolvían no tendríamos forma de comunicarnos. Pero bueno, regresaron con provisiones y ese fuenuestro primer contacto con la civilización. Después otros tomaron conanza y ahí comenzamos a ir aver qué había, y a salir al pueblito.Estábamos alojados en la zona de Sochaczew, exactamente a una hora en carro de Varsovia. Nisiquiera estábamos dentro del casco urbano de Sochaczew, que era un pueblito chiquito, sino a mediahora caminando. Ahí solo se veía una planicie llena de nieve. Era la primera vez que muchos la veíamos,y en ese momento decíamos, “¡ay tan bonito!”.Típico hostal de trabajo.Fotos: FreddyCierto día, nos llevaron a la agencia y nos hicieron rmar contratos. Creo que uno estaba enpolaco y el otro en inglés. El proceso era el mismo que hoy en día: uno miraba el documento, pasaba ypasaba hojas, rmaba y vaya a saber a qué se estaba suscribiendo uno. Hoy en día lo primero que le digoa la gente es, mire qué está rmando o tome fotos.Luego nos dividieron en dos grupos. Unos iban para Błonie, otro pueblito cerca de Varsovia, yotros para una ciudad que se llama Stardgard en Pomerania Occidental. Llegué a este último lugar ahospedarme en un lugar que había sido un hospital soviético y que luego pasó a ser un hostal, y ahíestuve el resto de mis primeros “bellos” tres meses.
De ahí nos sacaban a trabajar a veces 12 horas, 14 horas dependiendo del ánimo del mánager,supongo. En ese momento no había casi latinos, y estuvimos más o menos un mes en trabajosperiódicos, y también en jornadas exhaustivas. Aunque nos abrieron una cuenta bancaria y nosayudaron a sacar el PESEL, no nos pagaron –o no les pagaron lo que correspondía a algunos–.Un grupo se adelantó y llamó a la embajada a presentar la denuncia; a algunos los ayudaron y aotros no.Hubo una persona, Hana, una voluntaria de la región a quien recuerdo mucho, que tambiénnos tendió una mano y nos reubicó a los que nos quedamos en Stardgard.Seguí trabajando ahí porque tengo un hijo en Colombia, y por eso desempeñé otrasocupaciones al mismo tiempo: masajista (por horas), jardinero, y Hana me consiguió algunas horas declase para enseñar español a niños (yo ya había tenido experiencia trabajando con infancia enColombia, y eso ayudó); sin embargo, mi inglés era malo, por no decir inexistente (‘hellou, this issillation, tablation’). Como muchas personas que están viniendo ahora, yo venía sin inglés, sin polaco,con una maleta, y la bendición de mi madre.Me quedé básicamente un año y medio en Stardgard. No llegué a devengar lo que me habíanprometido en el anuncio de Facebook pero por lo menos estaba tranquilo.También fui a Alemania durante una temporada, y es curioso cómo en aquel entonces lamayoría de los migrantes decían, “no, yo llego allá (Polonia) y de una vez brinco para Alemania, o paraNoruega, o a donde sea, pero ahí en Polonia no me quedo”, y hoy en día los migrantes que llegan, o losque han llegado dicen, “me quedo aquí porque es tranquilo, tengo un modo de subsistenciamedianamente decente y puedo ahorrar”.*Al año de estar en Europa, empecé a pensar en estudiar algo relacionado con mi carreraprofesional. Encontré la Universidad de Wroclaw, pero el problema es que todavía no hablaba inglés losucientemente bien, y tenía aproximadamente cuatro meses para aprenderlo y postularme. Podíapresentar un examen que podía ser el de TOEFL, IELTS o Duolingo. Yo escogí el último.Regresé a Colombia de visita y volví a Polonia hacia mayo. Como planeaba estudiar aquí,contacté a una agencia que ofrecía trabajo en Wrocław. Ellos me dijeron que viniera. No sabía en quéiba a trabajar, pero ya había sido bodeguero, jardinero, masajista, profesor de español, y no memolestaba sumarle algo diferente al currículum. Lastimosamente no era en Wrocław, o bueno, era cercade Wrocław porque era el mismo voivodato, pero en una ciudad llamada Jawor, casi a 2 horas –así escomo las agencias juegan con la información–. Ahí me tuvieron 15 días esperando, sin nada qué hacer,hasta que me di cuenta de que no habría trabajo. Salí de Jawor, me vine para Wrocław otra vez yencontré empleo en construcción; aunque alcancé a trabajar 15 días, no me pagaron.
En esa época dormí un par de noches en la estación de trenes y el albergue de Brat Albert, uncentro para personas sin hogar, porque no quería preocupar a mi familia (siempre tuve apoyo familiar,aunque hoy considero que mi necedad me ayudó a resignicar mi “aventura”). También estuvedurmiendo en la Librería española, donde Ewa, la dueña, me hacía el favor de guardar mis maletas. Y, loque era más práctico, me bañaba, entrenaba y hasta dormía en el gimnasio.Tuve también la suerte de conocer en la Librería española a un argentino, Mariano, que vivíasolo y me invitó a dormir en el sofá de su apartamento.Allí mismo, en la librería, una peruana con la que me contacté me ayudó a conseguir trabajo enun aserradero donde daban acomodación y un pago medianamente bueno. Cuando empecé launiversidad el 1 de octubre del año 2022, estudiaba martes y jueves tiempo completo, y miércolesmedio día; entonces trabajaba 12 horas los lunes y hacía tres turnos los viernes y sábados –un turno enla mañana y un turno en la tarde los viernes, y otro el sábado en la mañana– para poder tener más omenos los gastos mínimos cubiertos, enviar a mi hijo y ahorrar, y esas jornadas son algo que la genteviene preparada a hacer, pero que por salud no recomiendo.Mientras trabajaba ahí, empecé a dar clases en una escuela de idiomas, y me empezó a gustar lavida en Wrocław. Una vez fui a hacer una consulta a la Asociación Nomada, porque necesitabaasesoría, y se me ocurrió comentar que era trabajador social, que estudiaba Sociología, y que meencantaría trabajar con ellos.Ahora soy consultor y ejerzo como trabajador social. Esta es mi vocación y algo que me gustódesde el primer día. Creo que voy a estar enteramente agradecido con todas las personas que me hanayudado a estar aquí y con todos los que llegan a diario para hacerme recordar que esta lucha no acaba,pero que tampoco es de uno.Mayo de 2024
“No hay que tomar la decisión de migrar a la ligera”:Gabriel.En 2016 estuve de visita en Alemania por trabajo, y Europa me pareció muy bonito.Yo tenía la idea de salir del país porque no estaba cómodo en Colombia. Tenía ganas de ir aCanadá, pero en Canadá el proceso era muy difícil, demorado, costoso, y había mucho requisito.De Polonia lo único que sabía es que había tenido una historia muy dura, muy difícil, queliteralmente el país había desaparecido y que recuperaron sus tierras, sus etnias, sus clanes, su gente yvolvieron a fundar este país. Sabía que bebían mucho vodka, que había mucha gente muy mayor, yque había muy pocos jóvenes; creo que algo de eso es verdad.Una noche en la que estaba revisando la página de ofertas laborales del SENA32, me di cuentaque había una oportunidad para Polonia. No fue una publicidad, fue un enlace más del SENA en lasección de ofertas laborales en otros países. Di click en Polonia y había una oferta para fabricarventanas; aunque nunca terminé trabajando en eso, fue lo que ofrecieron.Esa noche ingresé mis datos personales, completé mi hoja de vida33y al día siguiente mellamaron de Bogotá. La oferta a la que había aplicado ya no estaba disponible, pero me dieron laposibilidad de quedar en la lista de espera.A los dos días me escribió un reclutador de una agencia de empleo de Varsovia, preguntándomesi aún estaba interesado en viajar a Polonia.Empezamos el proceso, me pidió talla de zapatos y ropa, fotocopias del pasaporte y de la cédulade ciudadanía, edad y datos personales. Con esa información empezaron a tramitar un permiso detrabajo.Nunca pedí la visa de trabajo en Bogotá ante la embajada de Polonia, ya que un reclutador meconvenció a mí y a otros en el grupo que sería más rápido, y de alguna manera, un poquito más barato.Simplemente pagué por mi pasaje y vine acá con un permiso de trabajo como turista.Llegué a España, entré por Madrid, la funcionaria de migración me preguntó a qué venía, ledije que estaría unos 15 días paseando por Wrocław, Auschwitz, Łódź y Cracovia. Me recomendó unlugar para visitar, me vio muy seguro, muy entusiasta, y me dio la bienvenida a Europa.El alojamiento a donde llegué primero era barato por lo que éramos tantas personas. Noscobraban 300 eslotis por cabeza; también nos brindaron una van, y pagábamos más o menos 50 eslotismensuales por combustible. De alguna manera la vivienda era cómoda, aunque había hacinamiento,33currículum32SENA: Servicio nacional de aprendizaje
con un solo baño y una sola cocina para 14 personas en el primer piso y 9 en el segundo. Antes de salir atrabajar por la mañana, mucha gente no tenía paciencia de hacer la para la ducha antes de salir atrabajar, y por eso se bañaba por la noche antes de dormir.Los dos primeros meses en la compañía donde trabajé con esta agencia fueron agotadores. Eran11 horas diarias de noche, fabricando y reparando estibas de madera. Cada pallet pesaba más de 32kilos, y mi condición física tampoco era la mejor para estar haciendo eso, aunque me gustó volvermemás berraquito como decimos en Antioquia.Para reparar las estibas debíamos reemplazar tacos, soportes o tablas reventadas. En una de esas,bajando una tabla de unos arrumes, me cayó una astillita metálica en un ojo. Traté de sacarla con agua yno salía. Me tocó irme directo al hospital; allá la enfermera me echó un líquido con el que lubricó el ojoy así logró sacarla.Tuve que mantener el ojo tapado por unos días, y usar unos paños para lavarme bien, unungüento, unos lavados y con eso ya el ojo se mejoró, pero no pude trabajar por diez días y ni laempresa ni la agencia retribuyeron esa plata que gasté en transporte, visitas al médico o drogas.*Como Polonia está en Europa, nuestro pensamiento latinoamericano antes de venir es: “voy aganar más”. Y sí, pero vale la pena preguntarse, ¿cuánto vas a gastar?, ¿cuánto vale un arriendo?,¿cuánto vale un mercado?, ¿cuánto vale el transporte?, ¿cuánto vale un plan de datos?, ¿cuánto vale uncorte de cabello? Tú no piensas en eso. Tú vienes con la idea de que Europa es perfecta y que acá seahorra harta plata. Y no.Yo soy diseñador gráco hace muchos años, y la mayor parte del tiempo he trabajadoindependiente, me gusta mucho trabajar independiente. Fui barista “autodidacta”, me metí a trabajaren cafés y me fue muy bien, aprendí algunas cosas. Antes de venir aquí, también estuve administrandopor algunos meses un local donde tenían bar, café, barbería y un estudio de tattoo.Aquí gano más que en Colombia, porque allá mis ingresos no eran constantes ni eran mes pormes. En cambio acá, si comparo el salario mínimo polaco con lo que tengo que gastar, a mí me da paravivir y me queda para ahorrar.En Colombia me robaron varias veces y aquí me he sentido más seguro. Precisamente, ya noquería vivir esa sensación de inseguridad y de estar tenso a toda hora, listo para escapar. En Europa nohe vuelto a sentir eso. En Wrocław, por ejemplo, a la hora que yo salga o vaya a hacer lo que sea, mesiento seguro. Hay mucha seguridad. Que pueden pasar cosas, posiblemente sí, pero no me hanocurrido.Si alguien me pregunta a mí cuál es la mejor manera para migrar a Polonia, yo creo que esimportante leer acerca del país, hacer una buena conversión de moneda y una buena proyección de
gastos, con base en experiencia que posiblemente alguien como yo haya tenido (llevo un año mercandoy pagando arriendo y plan de datos). También es importante tener en cuenta qué deudas se tienen enColombia, cuánto debe mandar a Colombia, cómo se proyecta usted en un año.Pero no todo es dinero, hay que pensar también en que aquí uno va a estar solo, sin un arraigo.De pronto allá a uno lo está esperando el papá, la mamá, un hermano, o un hijo que está creciendo sinuno. Eso es importante tenerlo en cuenta. Y hay que ser muy, como se dice, muy tenaz y muy recio enla decisión de venir acá a un clima diferente, comida diferente, cultura y trato diferente, todo eso es uncambio grande, entonces no hay que tomar esa decisión a la ligera, solo porque “Europa es Europa”.No.Mayo de 2024.
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