ESPIGÓNUN MURO QUE DIVIDE A PELLUHUEPrimera edición / Mayo 2025
REPORTAJE DE CARLOS FELIPE SOTO Foto: Dobleuve, La caleta de Los Botes, desde el agua.
UN MURO QUE DIVIDE PELLUHUEESPIGÓNEn la costa del Maule Sur, un conflicto tan frío como el océano Pacífico divide a unacomunidad. La construcción de un rompeolas en la caleta de Los Botes busca reactivarla pesca artesanal. Pero la existencia de una ola valiosa para el surf y bodyboard, poneen tensión dos formas de entender el mar.La costa dorada del Maule Llegar desde Santiago a Pelluhue no es solo un trayecto: es unviaje en el tiempo. Desde la salida sur de la capital, el caminoomite la Región de O’Higgins, cruza Talca y desciende hasta SanJavier. Desde ahí, la Ruta de los Conquistadores se adentra en elsecano del valle de Cauquenes para finalmente atravesar lacordillera de la costa por el estrecho paso conocido como “ElCorte”; para algunos, el lugar donde comienza el paraíso. Alcruzar ese límite, todo cambia: el aire se espesa en brisamarina, los colores se saturan de verde. El clima se transformacomo si se cruzara un umbral invisible. Aparece el olor delboldo, el poleo, la tierra viva. Los bosques que aún resistenflorecen en verde profundo, compitiendo contra los pinos yeucaliptus de la industria forestal, entre campos abiertos yaromos encendidos por la primavera. Así recibe Pelluhue: conun golpe de naturaleza que te envuelve antes de llegar al mar,pero también con una polémica vigente que nos conduce hastasu caleta.La caleta Los Botes, hoy vacía y sin operación, gozó por décadasde una activa prosperidad pesquera. Pero lleva a cuestas quinceaños de abandono: sus pescadores han debido trasladarse seiskilómetros al sur, a la caleta vecina de Curanipe. En paralelo, lacomunidad del surf y del bodyboard, tanto local como nacional,ha convertido este lugar en un paraíso natural para las olas y eldeporte. Un rompeolas que divide un puebloDesde el año 2010, tras el gran terremoto que hundió parte dela costa del Maule, los pescadores artesanales de Pelluhueperdieron playa, espacio y seguridad para operar sus botes enla caleta Los Botes. Desde entonces, esperan una solución.“Llevamos 14 años esperando”, dice Froilán Recabal, exdirigentenacional de la pesca artesanal y gestor de varios proyectospesqueros locales, mientras observa con nostalgia, desde laterraza de su casa, la caleta inactiva que alguna vez fue suorgullo. Para ellos, la respuesta es clara: un espigón, unrompeolas. “Necesitamos el rompeolas”, insiste Froilán. La ideano es solo técnica, es emocional, cultural y económica. “Si noshacen el espigón, revive Pelluhue, revive el pueblo, los negocios,nosotros como comerciantes”, agrega Lorena Apablaza,vendedora de mariscos y madre en una familia de destacadosbuzos y pescadores, entre pregones, cholgas y recuerdos.PESCA Y SURF EN DISPUTA
C A L E T A L O S B O T E SLa explicación del proyecto por parte de la DOP Caleta Los Botes. Foto: Instagram Buena Vista Restaurant.¿Qué es un espigón? En simple, un rompeolas: unaestructura de rocas que se extiende sesenta metrosmar adentro apuntando al norte, desde la puntarocosa más externa de la caleta. Su objetivo es frenarla fuerza del oleaje, crear una poza de aguastranquilas y permitir la entrada y salida segura de lasembarcaciones. El proyecto contempla ademásdinamitar las piedras que obstaculicen esaoperación, para reducir los riesgos de accidente a lastripulaciones. Según fuentes del Ministerio de Obras Públicas, elcosto estimado bordea los cuatro mil millones depesos. Para los pescadores, es una inversión quepromete acabar con años de incertidumbre. La obradescongestionaría la playa de Curanipe, hoycolapsada de botes, y beneficiaría a los 15 buzos, 27armadores y 136 pescadores artesanales registradosen la caleta de Pelluhue, según cifras deSERNAPESCA. Pero no todos en la comunidadpelluhuana se sienten representados por esebeneficio.Foto: Dobleuve, La caleta de Los Botes, desde el agua.
En 2021, el Instagram de la Municipalidad anunciabael proyecto del espigón con bombos y platillos. Noimaginaron que sería el inicio de una fuertemarejada. La comunidad del surf y activistasmedioambientales locales encendieron las redessociales en señal de alerta, dejando claro surechazo.ESPIGÓNUN MURO QUE DIVIDE A PELLUHUEFoto: piedranegra, Rider: Gianini Apablaza. La caleta de Los Botes, desde el agua.
“Perderíamos un lugar único a nivel mundial.Al construirse este espigón se dañará elfondo de esta ola, lo cual sería su fin”,advierte Raimundo Quintana, referente localdel bodyboard y también pescadorartesanal. Para él, la oposición es unaobligación con la comunidad del surf. “Esteespigón es un capricho de los pescadoresmás antiguos de Pelluhue”, lanza. Según suvisión, el funcionamiento de la caleta dePelluhue es, por condiciones naturales,inviable: “El terreno no es apto. Está llena derocas por ambos lados y solo tiene unapequeña playa de unos 10 metros”. Santiago Pinedo, presidente del Club de Surfde Curanipe, también cuestiona lafactibilidad del proyecto, pero desde otroángulo: El impacto vial. “La salida y entradade los camiones frigoríficos, en esa subida,no sale ni entra Dios. Es imposible, uncamión de tres cuartos o un camión másgrande no es capaz de salir cargado”, afirma.La caleta, según él, tiene una pendientepronunciada que complicaría cualquieroperación logística. “Yo tengo serias dudasde que vaya un sindicato a instalarse allá”,agrega con escepticismo. Para Pinedo, lasolución está clara: quedarse en Curanipe.“Esta salida y esta entrada es mucho másfácil”. Raimundo Quintana, desde el otrolado de la orilla, refuerza la idea: “Lasolución siempre ha estado en la playa deCuranipe”.“ESTE E S PIGÓN E S UNCAPRIC H O DE LOS P ESCADOR E SMÁS AN T I GUOS DE P ELLUHUE ”A N I V E L M U N D I A LUN LUGAR ÚNICO Foto: Dobleuve, La caleta de Los Botes, desde el agua.
Los surfistas, además, mantienenheridas abiertas en la caleta “LosBotes”. Tras la reconstrucción postterremoto, se construyó la ampliaciónde la explanada de la caleta en 2013,que alteró la formación de la ola de“La Gotera”, justo frente a la caleta.“Hicieron un proyecto para lospescadores que arruinó una ola decategoría mundial y fue un totalfracaso”, recuerda RaimundoQuintana, aún con rabia. Aquella ola,considerada por algunos expertoscomo “el tubo más largo deSudamérica”, nunca más volvió a suforma original. A la fecha, más de milochocientos millones de pesosinvertidos, una ola perdida y unacaleta que sigue sin funcionar.Ante la presión de la comunidad delsurf, en su momento, la Dirección deObras Portuarias (DOP) reaccionó conalgunas consultas ciudadanas quesolo confirmaron lo evidente: elrechazo al proyecto. “La Cámara deTurismo y la comunidad del surf noestuvieron de acuerdo”, admiteArmando Silva, ingeniero civil de laDOP y actual encargado del proyectodel espigón. A pesar de ello, lainiciativa sigue avanzando en susetapas técnicas, como si el mar nohablara y la resistencia no existiera.Durante años, el proyecto durmió enlos archivos del Estado. La Direcciónde Obras Portuarias lo dejó a uncostado, sin avances, sin ruido. Perohoy, el espigón vuelve a moverseentre planos, reuniones ypresupuestos. Para los surfistas, latormenta del rompeolas ha vuelto, yesta vez con más fuerza.“HICIERON UN PROYECTOPARA LOS PESCADORES QUEARRUINÓ UNA OLA DECATEGORÍA MUNDIAL Y FUEUN TOTAL FRACASO”OLASINCREÍBLES ENLA COSTADORADA DELMAULE
El mar guarda en la memoria. La caleta de“Los Botes” en Pelluhue se recuerdapróspera, como el centro económico y socialdel pueblo: botes de madera y remo, cajasrepletas de peces, y un ir y venir quesostenía la vida local. “Acá siempre estaballeno de gente”, recuerda Lorena, entrepregones y reinetas. “Pelluhue está muertosin las embarcaciones”, dice, aludiendo a laépoca en que los bueyes sacaban los botescargados de jaibas, congrios, merluzas,corvinas, cholgas, almejas y navajuelos, conlas tripulaciones abordo con el pechoerguido en orgullo tras cada faena. Hoy, la caleta original permanece vacía: unagrúa oxidada, bodegas cerradas, oficinasinutilizadas. Una plataforma de ampliación,que nunca se usó, agrietada con socavones,resultado de la erosión del mar contra elmuro de concreto. No hay botes, nipescadores. Solo una imagen de San Pedro,solitaria, mirando al mar.Froilán Recabal lo dice sin rodeos: “Si no hayespigón, no hay caleta”. Habla con laautoridad que le dan los años. Fue dirigentenacional de la pesca artesanal, concejal dePelluhue y pescador desde que tenía edadpara subirse a un bote. Para él, el espigónno solo es una necesidad: es una deudahistórica. “Hace 14 años que estamosesperando el espigón. Nos prometieron estodesde el primer gobierno de Piñera. Vinierona medir, hicieron estudios de planimetría,dijeron que ya venía. Pero seguimosesperando”. “PELL U H UE ESTÁ M UERTO S I NLAS EM B A RCACION E S ”A Y U D AUNA CALETA QUE NECESITA Los pescadores artesanales, cuando aún había playa y lograban operar desde su caleta original. Foto: Radiotutuven.cl
“SI NO HAYESPIGÓN NOHAY CALETA”Hoy, los pescadores de Pelluhueoperan desde la playa principal deCuranipe, a seis kilómetros de sucaleta original. Aunque pertenecen ala misma comuna, no es su lugar.Claudio Vera, Alcalde de Mar ypresidente del Sindicato N° 1 deArmadores de Curanipe, lo resumeasí: “Los chiquillos ya están cansadosde viajar de Pelluhue a Curanipe. Son15 años. La mayoría quiere volver.Aunque no digo que todos, pero sitienen la posibilidad de volver a sutierra, no la deberían dejar ir”. Paraél, es un tema de arraigo. “HACE 14 AÑOS QUEESTAMOS ESPERANDO ELESPIGÓN. NOSPROMETIERON ESTO DESDEEL PRIMER GOBIERNO DEPIÑERA. VINIERON A MEDIR,HICIERON ESTUDIOS DEPLANIMETRÍA, DIJERON QUEYA VENÍA. PERO SEGUIMOSESPERANDO”
En ese mismo lugar, una ola tubular potente enmarejadas, sirve de escenario para los surfistas másavanzados y, a veces, de escuela para los máspequeños. Es un quiebre natural, una joyapelluhuana para el surf. Pero también es el epicentrode un conflicto que enfrenta a surfistas conpescadores. “Es una de las mejores olas de la zona”,sentencia con orgullo Raimundo, surfista debodyboard y el N° 216109 en el registro depescadores artesanales de SERNAPESCA.Mike Stewart, el hawaiano, nueve veces campeónmundial y leyenda viva del bodyboard, ha estado enPelluhue y ha surfeado en “Los Botes”. Lo dijo con suspropias palabras: “Nunca había surfeado una ola conmejores tubos”. Stewart, considerado uno de losfundadores de la disciplina a nivel mundial, advirtióque “hay muchas buenas olas en el mundo, perocada una es única y valiosa”. comentó al vapor de unacazuela, en el “mesón de Lulita” en Curanipe. Para él,proteger una ola no es solo resguardar un pedazo demar: es cuidar una escuela de vida. “La comunidaddebe alzar la voz y decir cómo quiere que sea sulugar. El gobierno debe planificar con ellos, no sobreellos”.“Es una de las mejores olas dela zona”D E S A P A R E C E RUNA O L A QU E NO Q U I E RE ESPIGÓNUN MURO QUE DIVIDE A PELLUHUERaimundo quintana surfeando la ola de la caleta de Los Botes. Foto: Piedranegrafilms
Su visión, respaldada por décadas derespeto al mar, choca con la planificacióndel proyecto, que pone el desarrollopesquero por sobre la protección delpatrimonio deportivo. Ningún trazadotécnico mide el valor simbólico y vital quetiene una ola para la comunidad que hacrecido en su orilla. “Son recursos muyimportantes para la comunidad, y esnecesario protegerlos. Si los pones enriesgo, también estás poniendo en riesgo laposibilidad de que las personas interactúencon ellos, y eso cambia la vida de muchosjóvenes”, concluye Stewart.No es casualidad que Alan Muñoz, el mayorexponente del bodyboard chileno, diga que“los que más pierden son los niños”. Para él,no es sorpresa que cada vez que llega a lazona, donde más niños ve surfeando olases en “Los Botes”. “Ahí es donde se albergala mayor cantidad de niños emergentes”.Son, en su mayoría, hijos de pescadores yvecinos del sector.El surf ha tomado fuerza en Chile, hoyconsiderado deporte olímpico. Por su parteel bodyboard, cuenta con referenteschilenos de importancia a nivel mundial, enambos deportes, Pelluhue cuenta concondiciones privilegiadas para su práctica.Ante esto, Froilán, el histórico dirigente dela pesca artesanal, reconoce lapreocupación de la comunidad del surf,pero le baja el perfil. “Estos son pueblos decaleta, que se crearon por la pesca. No sonde paseo, ni de surf”. Y añade: “Nosotrosestamos trabajando, no andamosdivirtiéndonos. Para mí, hacer un deportees andar divirtiéndose en la ola, jugando”.“Nunca había surfeado una ola conmejores tubos”, Mike Stewart.
El ejemplo de Duao aparececomo una luz para lospescadores. Damián Correa,pescador y surfista de esalocalidad, lo confirma: “Acá elespigón fue bien hecho. No lotiraron recto como enBucalemu. Le dieron curva,quedó como una piscina.Ahora hay más seguridad, sepuede pescar mejor y hasta se formaron nuevas olas paraenseñar surf a los niños. Fueun acierto”. Pero a veces lasexperiencias son distintas ymás complejas. La experiencia de Duao,exitosa para algunos, conviveun poco más al norte con otroejemplo menos feliz:Bucalemu. Allí, el espigón construido costó más de seis milmillones de pesos y hoy es considerado un“elefante blanco” por la comunidad. “No se usa.Está mal hecho. Causó más daño que beneficio”,decían los vecinos en un reportaje de Chilevisiónen 2021. El caso se vuelve aún más trágico si se considerael impacto en la seguridad. Ese mismo año, dospescadores desaparecieron tras volcar su bote a solo 100 metros de la playa. El accidente,ampliamente cubierto por la prensa, reavivó lascríticas: según los habitantes, no era el primerincidente desde la construcción del muelle. “Estaobra se hizo para dar seguridad, pero ha sidotodo lo contrario”, denunciaron. Hasta esemomento, al menos cinco accidentes similareshabían ocurrido en el sector, todos atribuidos aalteraciones en el comportamiento del marprovocadas por el espigón mal diseñado. En el contexto de la experiencia pelluhuana, Claudio Vera,como autoridad marítima de la caleta curanipeña, conocecomo a veces las cosas funcionan y otras veces no: “Yo lohe dicho, de repente, se hacen muchas inversiones muygrandes y no resultan”, poniendo la conversación sobre lasfallidas obras de la caleta de Pelluhue, las cuales no hansolucionado los problemas de los pescadores locales, apesar de los mil ochocientos millones invertidos a la fecha. “YO LO HE DICHO, DE REPENTE, SEHACEN MUCHAS INVERSIONES MUYGRANDES Y NO RESULTAN”DUAO Y BUCALEMU, EXPERIENCIAS DE ÉXITO Y FRACASOEspigón en Bucalemu. www.comunaparedones.clEspigón en Duao. www.diariolaprensa.clDamián Correa, rider y pescador de Duao. Foto: ABF
En un pueblo donde cada roca tiene memoria ycada ola cuenta una historia, el espigónproyectado en la caleta de Pelluhue no solotraza una línea entre pescadores y surfistas,también abre la temática jurídica que, segúnexpertos, no debiera pasar inadvertida. Para laDirección de Obras Portuarias, la obra “nonecesitaría pasar” por el Sistema de Evaluaciónde Impacto Ambiental para evaluar el espigón.Según él, por tratarse de una Zona de InterésTurístico (ZOIT), bastaría con someter elproyecto a la evaluación de la Subsecretaría deTurismo Regional, como confirmó el ingenierode la DOP a cargo del proyecto, Armando Silva.La ola no tiene peso en la evaluación delproyecto. “Si bien se afectaría la ola, la caletatiene más de 50 años y el desarrollo de la caletava de la mano con el desarrollo económico-social”, señala Silva. Pero para Marcos Emilfork, abogado de la ONGFIMA, dedicada a asesorías legalesmedioambientales, el análisis no es tan simple. Según la Ley de Medio Ambiente, “Un espigónno está expresamente mencionado en elartículo 10 de la Ley 19.300”, reconoce. Sinembargo, el artículo 11, letra e, señala quecualquier proyecto que cause “una alteraciónsignificativa del valor paisajístico o turístico deuna zona” podría requerir evaluación ambiental.“Si un proyecto se emplaza en una zona deinterés turístico y puede afectar el motivo por elcual fue declarada como tal, sí cabe laposibilidad de que deba ingresar al sistema deevaluación de impacto ambiental”, advierteEmilfork. Cabe mencionar que Pelluhue fue declaradazona de interés turístico en 2022, y que en suinforme destaca “los deportes de aventura,principalmente el surf, como principal atractivoturístico” de la comuna.¿UN ESPIGÓN DEBERÍA TENER UN ESTUDIO DE IMPACTO AMBIENTAL? Caleta de Curanipe, Pelluhue. Foto: Jaime Morales Amaya
“Está en un 70%”EL PROYECTO SIGUE AVANZANDO EN SILENCIOEl espigón ha ido avanzando en silencio. Sinpublicaciones en Instagram, sin noticias en losmedios. Incluso desde la Dirección de ObrasPortuarias prefieren la discreción. Declararon elproyecto como “secreto”, para evitar que se generenventajas entre los futuros licitantes e informaron queactualmente “se encuentra en proceso de revisión yaprobación por parte del Ministerio de DesarrolloSocial, para la obtención de recomendaciónfavorable, quedando a disposición de comentarios”.Respecto de la participación ciudadana, estasestaban contempladas inicialmente para el mes demarzo, pero no se realizaron. Según nos comentóArmando Silva, desde la DOP, “están consideradaspara fines de mayo”. Finalmente será el 8 de julio.ESPIGÓNUN MURO QUE DIVIDE A PELLUHUEPara Claudio Vera, líder de uno de los sindicatos depesca artesanal, el proyecto ya tiene un alto grado deavance: “El proyecto está avanzado en un 70%”,asegura.Otras autoridades consultadas han optado por noresponder a las solicitudes de entrevista para estereportaje. Tal vez, el silencio es más conveniente quetomar posición en una polémica. La alcaldesa dePelluhue, María Luz Reyes, caminando rápido por losfríos pasillos del municipio, eludió el tema: “No hablo,porque si el proyecto resulta es culpa mía, y si noresulta, también es culpa mía”. Sabe que no puedetomar partido. Lo mismo ha ocurrido con losparlamentarios de la zona, quienes también hanevitado pronunciarse.Simulación generada por IA
La ola de la caleta de Los Botes no figura en ningúnplan regulador. No tiene ficha técnica. No tienenombre. Pero tiene historia. Tiene cuerpo. Tienecomunidad. Tiene vida. Y por eso, también tienederecho a existir.Los pescadores, por su parte, no están inventandouna urgencia. Su caleta quedó inoperativa por elterremoto. Migraron a una playa saturada. Vivenentre tractores, marejadas y promesas. Y después de14 años de espera, tienen razones para estarcansados.¿Entonces? Entonces, quizás, es hora de planificar enserio. De incluir la voz de todos. De pensar eldesarrollo no solo como cemento y piedra, sino comoconvivencia entre los distintos actores locales. Deentender que una ola también es un recurso natural,y que la pesca necesita algo más que una solución enaño de elecciones.Pelluhue está en una encrucijada. No solo técnica. Nosolo económica. Una encrucijada cultural, histórica,social, medioambiental y deportiva. Es la oportunidadde decidir cómo crecer sin borrar lo que ya existe.Hay tiempo, pero no mucho. Porque el espigón aúnno se construye, pero la fractura ya está hecha. Y lalínea entre ambos mundos, el del rompeolas y el delas olas, ya partió el mar.Pelluhue hoy tiene una frontera. Una espumosa,salada y delgada línea entre lo que fue y lo que estápor ser. Entre la pesca artesanal heredada porgeneraciones, y el surf y bodyboard, que llegaron a lazona mostrando nuevas alternativas de desarrolloeconómico, turístico y social desde haceaproximadamente 30 años. Hoy existe un debate entre la necesidad imperantede mejorar las condiciones de infraestructuraportuaria para la pesca artesanal, y las olas que, encada marejada, siguen rompiendo con una precisiónenvidiable para cualquier ciudad costera del mundo.La línea también es política. Una línea que separa latoma de decisiones a nivel central de las decisioneslocales. Que dibuja una obra portuaria en un planosin consultar a quienes pisan la arena. Que reservainformación técnica para proteger licitaciones, peroque no considera evaluar si daña o no una ola, queen algunos casos se convierte en sustento y escape alos destinos oscuros que aterran a la juventud. Lalínea del espigón no solo divide agua: dividevoluntades, memorias, sueños, trabajo y sustento. Romper una ola es también un análisis moral. ¿Quiéntiene derecho a decidir sobre la costa? ¿Cuándo unanecesidad colectiva se vuelve más legítima que otra?¿Cuánto pesa una ola frente a la actividad pesquera? ¿QUÉ ES MÁS IMPORTANTE?¿Quién tiene derecho a decidir sobre la costa?,¿Cuándo una necesidad colectiva se vuelve máslegítima que otra?, ¿Cuánto pesa una ola frente a laactividad pesquera? Gianini Apablaza, rider y pescador de Pelluhue durante una sesión en la ola de la caleta de Los Botes. Foto: Dobleuve fotos.
ESPIGÓNUN MURO QUE DIVIDE A PELLUHUERider: Gianini Apablaza, caleta de Los Botes, desde el agua. Foto: PiedranegrafilmsREPORTAJE DE CARLOS FELIPE SOTO