La palabra Tenochtitlán, deriva de las palabras tetl (piedra) y nochtli (tuna), que integradas a la palabra tlan, que determina abundancia, construyen la palabra tunal. El Código Borgia (manuscrito mesoamericano de contenido ritual y adivinatorio), dice que la palabra tetl en este caso tiene un muy particular significado: la piedra donde esta posado el tunal significa "Corazón de la Tierra”, por la forma en que está representada. El nopal, planta de donde se derivan las tunas, proviene de la Diosa de la Tierra, y es esta representación quien otorga un carácter divino a la piedra original, y la ciudad misma. La fundación de la ciudad fue un acontecimiento cuya historia se mezcla con la leyenda. La mayoría de las fuentes citan su fecha de fundación en 1325, de acuerdo con la información registrada en varios documentos. La leyenda de la fundación cuenta que México-Tenochtitlan fue poblada por un grupo de tribus nahuas migrantes desde Aztlán, lugar cuya ubicación precisa se desconoce. Tras merodear por las inmediaciones del lago de Texcoco, los futuros mexicas se asentaron en diversos puntos de la cuenca de México que estaban sujetos al señorío de Azcapotzalco. La migración concluyó cuando fundaron su ciudad en un islote cercano a la ribera occidental del lago. Las excavaciones arqueológicas apuntan a que el islote de México estuvo habitado desde antes del siglo XIV y que la fundación de Tenochtitlán pudo ser posterior a la de México-Tlatelolco, su "gemela" del norte. México-Tenochtitlan se convirtió en un altépetl independiente tras el establecimiento de una alianza con Texcoco y Tlacopan que derrotó a Azcapotzalco.
Su organización social y política descansaba en la idea de que las fuerzas que le imprimían energía al cosmos se manifestaba en los gobernantes, quienes representaban las distintas fuerzas acumuladas por los dioses. El estado, su capital y cada uno de sus pueblos, construyeron una organización política como una réplica de la configuración del cosmos. Cada una de las creaciones terrestres, estaba asentada en las cuatro partes del cosmos por donde “circulaban las fuerzas”. La dualidad cósmica servía de modela para organización política. En Tenochtitlán, aparece clara la delegación divina en dos señores divinos: el “tlatoani” por un lado, y el “cichuacóatl” por otro.