nº5 abril 2017
Este número de la revista lo dedicamos a Gloria Fuertes con motivo del centenario de su nacimiento y para poner en valor su poesía social a menudo eclipsada por su abundante producción literaria infantil.
Esa corpulenta y noctámbula voz de cazalla puso ritmo a un mundo fascinante que combinaba el humor fácil con la risa amarga, las metáforas sorprendentes con el lenguaje fresco y sencillo, de doble sentido. Trataba con ironía el amor, el dolor, la muerte, la soledad, la injusticia social, etc., dotando a su poesía de encanto y musicalidad. Usaba el humor como un bisturí diseccionador de la realidad. Siempre se hizo eco del sufrimiento de los sectores marginados lúcida e imaginativamente al mismo tiempo que profundizaba en su propia introspección lírica.
Puede que para compensar su triste infancia jugaba con el lenguaje como lo haría un niño, cubriendo su desventurada vida con el velo del humor, un mecanismo de defensa que mezclaba la dulzura con la rabia, la preocupación con la alegría para finalmente mejor estar a solas con su dolor.
Cela dijo de ella que era una loba que aullaba herida de muerte, que sus versos eran desconsolados y atroces, saludables y humanos, mortales de necesidad y amargamente sobrios y juguetones.
Quiso ser adulta y niña al mismo tiempo, quiso ser un espíritu libre desafiando todos los convencionalismos, viviendo el momento, simpatizando con el diferente. Quiso ser madre de todos los sufrientes.
Gloria... durante mucho tiempo, muchos te hemos subestimado. Es justo que reparemos el descuido, el error o la ignorancia. Muchos, ahora, te ofrecemos un espacio en nuestro pecho para que desde allí continúes riendo pero ya sin amargura.
Poeta de guardia
...¡Otra noche más! ¡Qué aburrimiento!
¡Si al menos alguien llamase llamara o llamaría!
...¡La portera! que si su nieta pare,
y recordase que soy puericultora...
O un borracho de amor con delírium tremendo...
o alguna señorita de aborto provocado
o alguna prostituta con navaja en la ingle
o algún quinqui fugado...
o cualquier conocido que por fin decidiera suicidarse...
o conferencia internacional...
(esto sería bomba –pacifista–).
O que la radio dijera finamente:
«¡La guerra del Vietnam ha terminado!»
«El porqué de estar solo ya se sabe.»
O «el cáncer descubierto».
Y nadie suena, o quema, o hiela o llama
en esta noche,
en la que,
como en casi todas,
soy poeta de guardia.
Labrador,
ya eres más de la tierra que del pueblo.
Cuando pasas, tu espalda huele a campo.
Ya barruntas la lluvia y te esponjas,
ya eres casi de barro.
De tanto arar, ya tienes dos raíces
debajo de tus pies heridos y anchos.
Madrugas, labrador, y dejas tierra
de huella sobre el sitio de tu cama,
a tu mujer le duele la cintura
por la tierra que dejas derramada.
Labrador, tienes tierra en los oídos,
entre las uñas tierra, en las entrañas;
labrador tienes chepa bajo el hombro
y es tierra acumulada,
te vas hacia la tierra siendo tierra
los terrenos te tiran de la barba.
Ya no quiere que siembres más semillas,
que quiere que te siembres y te vayas,
que el hijo te releve en la tierra;
ya estás mimetizando con la parva,
estás hecho ya polvo con el polvo
de la trilla y la tralla.
Te has ganado la tierra con la tierra
no quiere verte viejo en la labranza,
te abre los brazos bella por el surco
échate en ella, labrador, descansa.
Al borde
Soy alta;
en la guerra
llegué a pesar cuarenta kilos.
He estado al borde de la tuberculosis,
al borde de la cárcel,
al borde de la amistad,
al borde del arte,
al borde del suicidio,
al borde de la misericordia,
al borde de la envidia,
al borde de la fama,
al borde del amor,
al borde de la playa,
y, poco a poco, me fue dando sueño,
y aquí estoy durmiendo al borde,
al borde de despertar.
Deshacer lo injusto
No sé escupir,
pero voy a aprender
para escupir sobre las tumbas
de todos los culpables de las guerras.
No tengo uñas,
pero quisiera tener garras
para atrapar desde mi altura
a los hombres reptiles.
No tengo poder,
pero tengo la fuerza de los pueblos
que sufren.
No tengo cultura,
pero tengo el corazón sabio
de estar con los que no tienen nada.
A los que tragó la tierra antes de tiempo
(murieron de frío más que de bala)
Los abetos del bosque piden palomas,
de puntillas se empinan sobre las lomas,
a ver si vienen…
Los chopos del pradillo chopos dorados,
se empinan por si vuelven…
No vuelven los soldados.
Por tierras de Teruel
se quedaron helados.
El Ebro sabe mucho
de muchachos ahogados.
Y la tierra,
no sabía qué hacer
con tanto precoz muerto.
Y no os vale de nada que os recuerde
que queríais vivir.
¡Bien lo recuerdo!
Es obligatorio tener mitos
Es obligatorio tener mitos
y yo gustosa desobedezco,
gustosa me plancho las blusas,
cuando tengo tiempo,
porque antes es hablar con los amigos.
Es obligatorio presentarse con buenas ropas,
con buenas obras —no interesa tanto—.
Es obligatorio no asomarse a la ventanilla,
porque tienes que estar vivo si organizan la guerra.
Es obligatorio silenciar que hay tumultos
porque pueden echarte del trabajo,
y si cantas verdades la celda te preparan,
te preparan el llanto, porque es obligatorio...
sufrir siendo persona,
guardar rencor,
adular al pedante,
llevar medias en los templos,
tener bastantes hijos,
volver mañana,
tener enemigos,
es obligatorio todo esto,
y encima te prohíben escupir en el suelo.
La gente dice
La gente dice:
“Pobres tiene que haber siempre”
y se quedan tan anchos,
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.
Las flacas mujeres
Las flacas mujeres de los metalúrgicos
siguen pariendo en casa o en el tranvía.
Los niños van algunos a las escuelas municipales
y se aprenden los ríos porque es cosa que gusta.
Las niñas van a las monjas que enseñan labores
y a rezar.
De la ciudad se va borrando poco a poco
la huella de los morteros.
¡Han pasado tantos meses!
He visto en sueños que hay varios señores
hablando, en una mesa, de divisas,
de barcos, de aviones, de cornisas
que se van a caer, cuando las bombas.
Y yo pido perdón al Gran Quien Sea
por desearles una buena caja
con cuatro cirios de los más curiosos.
Nací para poeta o para muerto
Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.
Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.
Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.
A una mujer de alterne
Humilde hermana monja
de hábito raído y toca de retales,
humilde princesita de Jesús descalza
descalza en sus portales.
Desahuciada de la burguesía,
emigrada de centros y hospitales,
dada de alta,
porque alta eres y estarás en altares.
Garrapata de Cristo,
luciérnaga en los bares,
vas haciendo milagros por donde pasas
¿sabes?
(No lo sabes.)
Yo quisiera imitarte, (a veces me creo que soy tú)
Telaraña del Portal de Belén,
la más humilde sierva andante,
monja de amor al alba
amante de mi amante.
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voz poemas: Olga Peñacoba
voz presentación: JARomán
música:
Herte's How:
Aint no use
Youshowed me the way
Lilian Hak:
Back on the night track
Driting &floating
Lonesome people